Caliente campaña de frío

Cumplir el plan trimestral de siembra de caña es, por el momento, un reto con final incierto en Ciego de Ávila

En el más famoso texto del sabio Álvaro Reynoso aparece una sentencia que deja sin lugar cualquier duda: “Las siembras de frío son las que levantan los ingenios”. Exactamente en la página 28 de la quinta edición cubana del libro Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar, puede leerse una contundente afirmación del ilustre investigador: “(…) verificadas de septiembre a noviembre son las que nos parecen más convenientes, no sólo en el concepto de la producción en azúcar, sino también considerando la suerte de las cepas después del corte”.

En consonancia con tales saberes, el día 12 del pasado mes, Jorge Luis Tapia Fonseca, vice primer ministro de la República de Cuba, reiteraba en Ciego de Ávila el mandato de concebir un plan realista, “que lo podamos cumplir de septiembre a diciembre, con el máximo nivel de calidad y eficiencia”.

Se trata de un mandato de la mayor urgencia, teniendo en cuenta el progresivo deterioro y la disminución de las plantaciones, pero al que le acosan una conjunción de factores, con predominio de un binomio de carácter objetivo: la escasez de combustible y la intermitencia de la generación eléctrica, aunque también las fallas humanas en los surcos y las oficinas repercuten en el negativo saldo anual.

Baste decir que, hasta el 24 de septiembre, la provincia exhibía apenas el 29, 5 por ciento sembrado, de las 6504, 2 hectáreas (ha) que se había propuesto hasta esa fecha.

Los datos que ofrece a Invasor Raidel López Santana, director de Coordinación y Supervisión del Grupo Azucarero Azcuba en la provincia, vienen acompañados por significativas precisiones.

El déficit de semilla en los meses de junio, julio y agosto; provocado por las escasas precipitaciones y el insuficiente empleo de los sistemas de riego que dependen de la generación estable de electricidad, acentuaron los atrasos en el cumplimiento del plan.

Pero a tales inconvenientes de marca mayor, se unen comportamientos que no se circunscriben a las realidades de 2025. Téngase en cuenta que los productores individuales, cooperativas y entidades estatales han visto desestimadas sus producciones en la medida en que las zafras, con moliendas irrisorias en el último lustro, no estimularon el crecimiento cañero.

La exigencia de la diversificación en función de ampliar el peso de la producción de alimentos en el entorno de las empresas agroindustriales azucareras, también repercutió en el desinterés y la apatía de quienes han sufrido pérdidas millonarias al no poder tributar la gramínea a los ingenios en el momento idóneo. 

Un caso ilustrativo es el de la Empresa Agroindustrial Azucarera Ciro Redondo. En la pasada zafra, “el llamado Coloso del Centro, alcanzó algo más del 50 por ciento del programa de azúcar crudo, la cifra más alta a nivel nacional.

Pudiera haber tenido un mejor desempeño si no hubiese incidido la calidad de la materia prima, pues más del 70 por ciento de la composición de la molida correspondió a caña proveniente de pasadas cosechas”, afirman los autores de Centrales no muelen esfuerzos, ¡muelen caña!, reportaje publicado por el periódico Trabajadores el 14 de septiembre pasado.

Cañas quedadas de una a otra temporada, a más de la consiguiente demolición de áreas, forman parte de un panorama que los más emprendedores han suplido con el fomento de granos, viandas y ganado.

En realidad, y como lo ha destacado este medio de prensa, se paga mucho más por las entregas de alimentos esenciales como el boniato, el plátano, la malanga y el arroz, que el precio establecido para la caña de azúcar.

PRÁCTICAS INCORRECTAS

En más de una ocasión, directivos, técnicos y trabajadores del sector escucharon justas críticas; parafraseando a Tapia Fonseca, de lo que se trata es de no echarle todas las culpas a la falta de combustible y electricidad, y a la persistencia de la sequía hidrológica.

Para confirmar en alguna medida las razones del alto dirigente, Rolando Madrigal Moreno, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Ramón Domínguez de la Peña, en el municipio de Venezuela, argüía la falta de atención a los retoños, a partir de una concepción burocrática: “El petróleo viene contra la siembra en las cooperativas. Todo es siembra y siembra, y pal retoño nada”. 

Aunque este no sea el problema generalizado, sí ilustra cuánto daño pueden hacer ciertos esquemas, contra los cuales reaccionan quienes persisten en las faenas agrícolas.

Un criterio contundente, el de José Carlos Santos Ferrer, vicepresidente primero del grupo azucarero Azcuba, desnuda la inercia de un primer semestre con bajísimos resultados, toda vez que “no se ha preparado la tierra, no se sembró caña tampoco, y el plan era bajito. Es verdad que ha faltado petróleo en los últimos meses, pero no fue así en los primeros cuatro o cinco meses del año”.

Tapia Fonseca insiste en subsanar errores a ojos vista: “Hay que capacitar a los cuadros, decirles todas las tecnologías posibles para fomentar las siembras y los cultivos. Ofrecerles herramientas de trabajo, antes, por ejemplo, estaban disponibles cuatro o cinco Lunajod para sembrar caña en cada empresa cuando se intensificaban las lluvias”.

Al fondo de las consecuencias, refiere que se ha perdido el sentido de pertenencia de los cañeros y aboga por “lograr el apoyo de todos en función del plan”, y el buen hacer de las cooperativas para elevar la calidad de las siembras. 

De ahí que recurriera a preguntas que mantienen actualidad, pues de las respuestas acertadas depende el éxito y más, el futuro de los campos donde debe germinar y crecer la materia prima de una de las principales industrias del país: ¿Cuántas brigadas están involucradas en los surcos? ¿Cómo y quién comprueba la calidad de lo plantado? ¿Cómo vamos a gastar petróleo, arar las tierras, sembrarlas, para que el por ciento de población sea apenas del 85 por ciento en Ciego de Ávila? Y el enyerbamiento, ¿cómo está?, ¿por qué no se resiembra ahora? ¿Cuántas brigadas de resiembra hay para las cañas nuevas? ¿Cuánto estamos resembrando?

• El pasado año la situación era muy parecida a la actual

AHORA MISMO

La mayor superficie a sembrar en el actual trimestre, que cierra el 31 de diciembre, corresponde a los colectivos laborales de la Empresa Agroindustrial Azucarera Ciro Redondo. Deben plantar 562 ha; les siguen sus homólogos de Enrique Varona (262, 4 ha), Primero de Enero (242 ha) y Ecuador (231, 4 ha).

Pero una vez más, el director de Coordinación y Supervisión del Grupo Azucarero Azcuba en Ciego de Ávila deja claro que el plan es apenas eso en la medida en que no cesa la incertidumbre en cuanto a las fluctuaciones en el abasto de combustible y los vaivenes del Sistema Eléctrico Nacional. “En favor nuestro está la recuperación de las simientes, a partir de que comenzaron las lluvias”, concluye Raidel.

De cualquier modo, devolverles a los plantones el necesario dulzor jamás podrá ser tarea de un día. El terreno cedido a las malezas en los últimos años requiere de un esfuerzo sostenido, colosal, dicen los especialistas que están al tanto de los retrocesos.

Cuando el cambio climático descarga su venganza sobre los agricultores y la tierra, los porfiados que se niegan a dejar atrás los surcos, necesitan y merecen una mejor atención integral. No depende solamente de la capacitación.