Una “loca” emprendedora Delavida
Fotos: Cortesía de la entrevistada
Yunet tiene una licenciatura en que sus “arrebatos” pasen a la acción. En octubre de 2021 surgió Delavida, poco después de terminar una cola por jabones
Era finales de 2021. Hacía más de un año estaba resguardada en casa para evitar el contagio con COVID-19. La pandemia impuso estrictas normas de aislamiento. Para comprar alimentos, aseo, los artículos básicos del día a día, las colas en las tiendas parecían interminables. En Cuba, las colas siempre han parecido interminables; pero aquella situación distorsionaba aún más esa verdad. Yunet esperó una, dos, quizás tres horas, y compró jabones. A ella le pareció mucho más tiempo. “Perdí un día entero comprando jabones”, dice ahora, con un poco de la rabia de entonces.
Salió de la shopping y, exaltada, por no decir una palabra más cubana, le prometió a su marido que esta sería la última cola que haría por jabones. A partir de entonces los empezaría a fabricar ella misma. Él, tal vez, pensó en reírse, o en que a ella se le pasaría la idea tan rápido rompiera el primer estuche; pero la creía capaz.
Llegó a casa y expuso lo mismo con tal verosimilitud que a los familiares no les quedó de otra que pensar: “Ahora sí que Yunet se volvió loca”. Fue, en ese instante, una respuesta bastante “sensata”. Yunet lo niega todavía. ¿Quién, padeciéndolo, lo acepta? Pero está “loca”. Es una “loca” Delavida.
Yunet, a los 17 años, decidió estudiar Bibliotecología a más de 400 kilómetros de Morón, en la Universidad de La Habana. Fueron cinco años de idas y vueltas, albergada en una residencia universitaria, con las venturas y los desmanes que implica.
Regresó a Morón con un título que pronto “engavetaría”. Buscó opciones que le generaran mayor actividad y, si fuera posible, mayor ingreso. Encontró trabajo como animadora en Jardines del Rey, el cuarto destino turístico más importante del país.
En 2016, hizo un pequeño ajuste en su vida laboral: cambió de animadora a guía de turismo. Un lustro después sí dio un vuelco un tanto inesperado. Yunet tiene una licenciatura en que sus “arrebatos” pasen a la acción. En octubre de 2021 surgió Delavida, poco después de terminar una cola por jabones.
“Surgió en una terraza. Ahí, a veces era la 1:00 de la mañana y yo seguía haciendo jabones. Hubo algunos volcánicos, claro que sí, que llenaban de espuma toda la parte de atrás. Delavida se enfoca en la cosmética artesanal natural. Si bien nos hemos expandido a la fabricación de otros productos, el primero e insignia de la marca es el jabón”, así presenta Yunet Pérez Pérez el Proyecto de Desarrollo Local Delavida.
“Soy cotitular de Delavida”, especifica Yunet. Una vez que tuvo la idea, se la contó a Yarimil Herrera, amigo desde hace unos diez años y su anterior jefe de Animación. Yarimil, digámoslo así, se ocupa de ponerle todo sobre la mesa a ella, al “cerebrito” de la fábrica, para que empiece a formular.
Yarimil, al centro, y Edy, el esposo de Yunet, junto a ella, sacaron adelante este proyecto en medio de la pandemia de Covid-19
Si comparte el liderazgo, es, además, porque la parte de Yarimil resulta difícil siempre, pero, sobre todo, en el actual contexto económico de Cuba. “Delavida jamás tuvo financiación. Ha crecido orgánicamente en tiempos de inflación, con lo que el mismo proyecto ha sido capaz de generar. Buscamos que las plantas, las arcillas, toda la materia prima, esté en el territorio nacional. Pero la realidad es que no hay dónde comprar muchas veces. No hay 70 emulsionantes ni 80 conservantes esperando por nosotros. A veces, la mayoría de las veces, debemos producir lo que queremos para trabajar y ser muy creativos”, explica Yunet.
Bajo la política de la cosmética ecológica, amigable con el medio ambiente, Delavida confronta —en ocasiones, sin éxito— la escasez de envases idóneos. “En los jabones, utilizamos una cajita de papel kraft o una cinta de papel, evitando el nailon completamente. Para productos líquidos —el gel de manzanilla, por ejemplo— usamos PET (polietileno tereftalato), porque es prácticamente imposible hallar un envase biodegradable en el país. Si lo encontráramos, entonces tendríamos que elevar los precios. Estamos incentivando que el cliente regrese con el envase, recuperarlo. Luego, pretendemos abrir una tienda con dispensadores, donde cada quien pueda ir con sus envases y comprar el producto”, explica.
Aunque el inicio de la Delavida fuese, o simulase, una improvisación, Yunet estudió tanto como si hubiese vuelto a la universidad. El primer curso virtual sobre jabones fue con una profesora española. Le siguieron uno sobre la elaboración de detergentes con un maestro argentino, y uno relacionado con dermocosmética, que concedieron desde los espacios de la Institución Madre y el Instituto Europeo de Dermocosmética, en ese orden. Actualmente, supera los últimos módulos de otro que imparten desde Australia. “Esos cursos me han sido muy útiles, porque los enfoques son diferentes. No se produce igual en América Latina que en Europa o Australia, por ejemplo. Esas diferencias las he aprehendido, para crear mi propio método”.
Con su propio método, Yunet expandió la producción a cremas en formato de ungüento y bálsamo, talcos, champús, acondicionador, mascarillas… “Todos están avalados por el Instituto Nacional de Higiene y Epidemiología”, señala la doctora Laura Rivero Guillén, especialista de primer grado en Dermatología.
Buenas noticias ☺️☺️☺️. En Delavida la seguridad, la salud y la ciencia son prioridad 🙏🏼 Andamos re-felices!!!! 💚🌿 #BienvenidaATuPiel
Posted by Delavida on Friday, April 5, 2024
Lo anterior faculta a Laura y al resto de dermatólogos a recetar estos productos. “Delavida, de alguna manera, ha sido una suerte. Ha salvado la dermatología en Ciego de Ávila y demás provincias de Cuba. Por eso tuvo la oportunidad de participar en el Congreso de Dermatología 2022 en La Habana”, son las palabras de la doctora.
“Ante la alta incidencia de escabiosis en la provincia, recientemente hicimos, de conjunto con el proyecto, una donación de cremas azufradas al 10 por ciento al hogar de ancianos del municipio de Ciego de Ávila.
“Hemos podido comprobar, en la práctica, además de las escabicidas, propiedades hidratantes, antibacterianas, astringentes, antimicóticas y antiinflamatorias, en tratamientos para diferentes enfermedades como psoriasis, micosis cutánea, onicomicosis o la dermatitis atópica”, finaliza la especialista.
En el transcurso de apenas dos años y poco más, Delavida creció aceleradamente. Por eso Yunet tuvo que construir al lado de su casa y “mudar” la fábrica. A los productos del cuidado de la piel sumó una gama para la limpieza del hogar, desde detergente multiuso, o suavizante textil, hasta desengrasante, ambientador y friegasuelos.
“Nos hemos superado mucho este año, respecto a los anteriores. Hasta la fecha, rondamos las 10 000 pastillas de jabón, nuestro producto líder, aunque es el que menos producimos en la actualidad, porque se hace a mano completamente: se trabajan las grasas, se bate, se molda y desmolda, hasta que tenga listo el ph para la venta. Por supuesto, nunca hablaremos de producciones industriales, pero sí pensamos aumentarlas.
“De la nueva línea, Vital, de champú y acondicionador, nos sorprendió tanto la demanda que tuvimos que producir lo impensado. El detergente multiusos, no obstante, es el producto que mayor venta tiene ahora mismo”, apunta.
El aumento de la capacidad productiva provocó la búsqueda de un flujo superior de ventas. Delavida tiene contratos con las cadenas de tiendas Artex y Caracol, y puestos propios en tres municipios de la provincia: Morón, Ciro Redondo y Ciego de Ávila. Su presencia llega a hoteles de Jardines del Rey. A través de compradores mayoristas, sus productos se comercializan en Pinar del Río, La Habana, Villa Clara, Sancti Spíritus, Camagüey, Las Tunas y Granma.
Después de comenzar con dos trabajadores, Delavida les genera empleo a unas 40 personas más, 16 directamente en el final de la producción. En el reparto Carrazana, algo apartado del centro de la urbe moronense, el emprendimiento posee un alto sentido de pertenencia entre los suyos. Yunet le ofreció labores a sus vecinos, a amigos de la niñez, con los que alguna vez soñó jugar con espuma y ahora lo hace: “No somos un equipo, somos un equipazo”.
Eso sí, en el equipazo ni uno es químico de profesión. Por mucho que se empeñe en disimularlo, a Yunet “alguna tuerca le falta”. ¿O le sobra? “Los productos los formulo yo. No debería mirarse todo desde el punto del intrusismo profesional, porque puede haber quienes tomen el camino de forma autodidacta y alcancen un nivel de preparación que no tiene por qué estar por debajo del de un universitario. ¿Cuánto aprende un químico en cinco años de carrera? Mucho, con diferentes fines. Yo solo llevo tres años, pero enfocada en la cosmetología natural artesanal.
“A mí no me pregunten sobre reacciones que no tengan que ver con esto, pero puedo asegurar que tanto en Delavida como en los más de 130 emprendimientos de cosmética natural artesanal de otros lugares del país, existe un alto nivel de responsabilidad, un cuidado meticuloso, porque queremos defender nuestro espacio, nuestro gremio.
“Si le pudiera dar para atrás al casete, a lo mejor estudiaría Ingeniería Química. Es una carrera espectacular. Estamos dispuestos a recibir químicos y farmacéuticos”, y Yunet abre la puerta de Delavida al futuro.
Entre los propósitos está ampliar la línea de productos para el cabello. Piensan elaborar un champú anticaspa con el asesoramiento de Servicios Médicos Cubanos. Protectores solares también tienen certificado trabajar, con una barrera protectora a partir de minerales naturales que no contaminen el mar ni causen reacciones adversas.
En lo que respecta a la fábrica, esos son los nuevos objetivos. “Y ampliarla, porque el local que hace tres meses nos parecía inmenso, ahora nos queda pequeño”. Pero Yunet tiene una intención más, “tan loca” como revelar sus secretos: “Sí, a finales de año quiero empezar a enseñar cosmetología artesanal natural”.