Trébol o las desdichas de la costura

Por Arley Puyol Álvarez
Fotos: Iram Guzmán
En la primera fila de la izquierda, próxima a una puerta de metal desde donde entra la claridad, Yairobi Allarde ajusta su carrete de hilo verde olivo

En la primera fila de la izquierda, próxima a una puerta de metal desde donde entra la claridad, Yairobi Allarde ajusta su carrete de hilo verde olivo. A las 10:00 de la mañana suma par de horas haciendo dobladillos, pinzas y cierres de bolsillos a pantalones. Paradójicamente, su trabajo consiste en elaborar uniformes, pero ella no tiene uno propio. Opera una máquina de coser industrial marca Feiyue que le dobla en años.

Yairobi tiene 19 y desde hace unos nueve meses cumple su servicio social como costurera en la fábrica de la capital avileña Juan Antonio Márquez, perteneciente a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Confecciones Trébol, filial de la Empresa Cumbre, en Sancti Spíritus.

Ella sabía que su vida laboral iba a comenzar dando puntadas. Ayudaba a su abuela materna a insertar el hilo en la aguja y permanecía a su lado para aprender del oficio. “También le rompía las agujas y la polea de la máquina. Me gusta esto desde que era chiquita. Siempre me dio curiosidad. Cuando crecí empecé a hacer mis muñequitas de trapo y a remendar mi ropita”.

Tras concluir el técnico de nivel medio en confecciones, las jóvenes optan por vincularse a otros empleos, a formas de gestión no estatal, a donde paguen mejor, incluso aunque el objeto diste de lo estudiado. Yairobi es la más joven de Trébol y la única de su graduación. “Para ejercer lo que sea, primero tiene que gustarte. Nosotros vemos la costura como algo de gente mayor. La costura la puede ejercer cualquiera. Los hombres igual, pero el tabú de que coser es solo para mujeres se los impide. Por la burla, el varón que hubo en mi aula dejó la carrera”, dice.

El oficio, al menos en Trébol, continúa sin encontrar relevo. Además, ha tenido la desdicha de perder fuerza laboral constantemente en la última década. En 2023, la UEB tenía contratos con poco más de 40 costureras, dice su nuevo director, Maikel Abreu García.

Cuando la demanda es superior a la capacidad o la entrega está atrasada, Trébol recurre a la UEB de Producciones Varias (PROVARI) para la subcontratación por déficit. Hoy, un grupo de ocho reclusos están capacitados para trabajar la sastrería, agrega Abreu García.

Con la premisa de incorporar trabajadores, la UEB puede ofrecer cursos de formación de costureras y sastres con instructores propios. El más reciente data de hace un lustro o más, no recuerda el director con exactitud. La cantidad de interesados ha sido ínfima cuando se ha intencionado impartir uno nuevo, justifica.

Aida Torres Carmenate es la especialista en Gestión Económica, pero ha transitado por varios puestos en sus cuatro décadas de trabajo en Trébol. Como casi todas las trabajadoras que hoy están desvinculadas del área productiva, empezó en el ejercicio de la costura.

A principios de la década de los 80, cuando Trébol aún no se llamaba Trébol y respondía a una empresa de Camagüey, los talleres estaban abarrotados de tejidos y costureras. “Eran más de 500 en toda la provincia”, recuerda.

Los bajos salarios, en comparación con el trabajo por cuenta propia y demás formas de gestión no estatal provocaron, en gran medida, la estampida desde hace unos 10 años. “Esa apertura estableció una fuerte competencia, sobre todo en la comercialización de uniformes, por los convenios realizados con entidades del polo turístico Jardines del Rey”, explica Abreu García.

En 2024, sin embargo, se ha logrado recuperar fuerza laboral. Ajustada al Decreto 87, la UEB incrementó los sueldos y, por ende, su número de costureras ascendió a 53, aunque se mantiene incompleta una plantilla que solicita más de 120. Con esas razones, disminuyó el plan anual de producción. El objetivo es confeccionar 318 200 unidades, unas 10 000 menos que en 2023, en concordancia, asimismo, con la obsolescencia técnica.

Si esas máquinas de coser aún funcionan es, en primer lugar, por el ingenio de Rigofredo Mena Cabrera. Con 40 años de consagración, es uno de los inventores más longevos del sector industrial avileño. “Mis manos fabricaron más de 300 agujetas de cinco conos de hilo en pleno período especial. Debo haberle ahorrado millones al país”, dice con todo el orgullo que cabe en la obra de una vida.

“Todavía puedo hacer más para aquí o para donde sea. De todas formas, no hay modo de aburrirse. He tenido que pasar máquinas automáticas a mecánicas para que sigan funcionando. Lo más que reparo son los garfios, porque se desgastan. Le doy calor a la punta, lo inclino, lo rebajo interiormente para al final pulirlo. Hay que seguir con lo que hay porque por el 2010 fue que la última vez que entraron equipos. Eran chinos, como 50, una inversión muy mala, por cierto”.

Rigofredo Rigofredo y su "obra maestra"

Por Rigofredo y el resto de los aniristas que lo acompañan fue que Trébol no tuvo que deshacerse de equipamiento desde 2015 hasta 2023, cuando irremediablemente sufrieron baja 52 máquinas de coser industriales, la mayoría por desgaste en el mecanismo central.

Este año, entonces, causó baja también una fábrica completa. De siete que una vez tuvo Trébol, actualmente consta de tres: una en el poblado de Velasco, Primero de Enero; otra en Tamarindo, Florencia; y esta, en la cabecera provincial. El más reciente cese fue en Ciro Redondo, a causa de que la Empresa Eléctrica Ciego de Ávila decidió retirar el transformador eléctrico allí instalado. El director de esa entidad, Daniel Pérez García, ha reconocido la necesidad de realizar dicha operación a partir del déficit de transformadores para reponer los averiados en el sector residencial.

 trevol“Los bolsillos laterales son complicados, pero todo lo demás es una bicoca”, opina con cierta gracia

Si Liudmila Izquierdo tuviera servicio eléctrico ocho horas, fuera capaz de ensamblar 90 bolsillos traseros. Por eso es una costurera “larga”. El apelativo se lo ganó porque así reconocen a quienes demuestran agilidad y experticia. “Los bolsillos laterales son complicados, pero todo lo demás es una bicoca”, dice con cierta gracia.

El apagón también deviene excusa para acabar la jornada. A Liudmila, en cambio, jamás le satisface. En parte por responsabilidad y en parte por obsesión con el trabajo. Conoció de la costura por una tía que estudió confecciones en la antigua Unión Soviética. Ella le siguió los pasos y hoy lee los libros que aquella conserva. Pero Liudmila prefiere lo práctico antes que lo escrito en páginas amarillentas.

“Llevo 13 años en Trébol. Esto es lo mío. Me gusta tener la mesa llena de trabajo, que no le quepa nada más encima. A esa hora hago ‘ñi- ñi- ñi-ñi-ñi’”, dice como si intentara reproducir el sonido que más placer le produce, y gesticula como si de veras estuviera frente a una máquina.

“La electricidad es la principal materia prima que nos falta”, recalca en tono de broma, pero muy en serio, Abreu García. Pero la materia prima original, la tela, es deficitaria igual y origina, por supuesto, una multiplicidad de dificultades en el ciclo productivo.

Garantías de materia prima solo hubo para completar la demanda de uniformes escolares. A diferencia de otras provincias, Ciego de Ávila satisfizo el encargo suyo, que es menor en comparación con años precedentes, asegura Abreu García. Como es un sector priorizado para el país, Trébol ofrece precios que, en ocasiones, son menores que el costo variable de la materia prima importada que reciben desde la dirección nacional. La obligación de Trébol es elaborar las prendas textiles; o sea, no interfiere ni en la solicitud de estas ni en su comercialización. Este año sigue sin recibir demanda de Salud. Sus labores han estado enfocadas en prestar servicios al Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

“Ni Trébol ni Cumbre poseen autonomía ni moneda dura para reaprovisionarse. La falta de tejido imposibilita negociar con clientes que buscan acercamientos. Esos propios clientes también han decidido estrechar lazos con los no estatales. La solución, a medias, ha sido comprarle a Servisa las sábanas, toallas, cortinas defectuosas del turismo para reconvertirlas en nuevas piezas y venderlas en nuestra tienda minorista”, argumenta el directivo.

Esa medida es la forma encontrada para no detener la fábrica. A la vez, permite la generación de ingresos. Después de incumplir el plan del año pasado de 23,4 millones en más de 3 millones, la UEB avanza con utilidades en 2024, dice Torres Carmenate.

Hasta el cierre de septiembre la UEB acumulaba 30 millones de los 43,7 trazados para este año. ¿Cómo es posible que, después de terminar el 2023 en números rojos, el plan sea superior y esté cumpliéndose? ¿Qué sea mayor, incluso, que el de Cumbre, toda vez que la empresa espirituana tiene, según Abreu García, alrededor de 130 costureras y cuatro talleres?

Trébol, como sus similares fuera de La Habana, pertenecía a Boga, que establecía sus márgenes y actividades comerciales. A fines de 2023, la UEB avileña empezó a formar parte de la filial espirituana Cumbre, la cual le flexibilizó gestiones para bien del orden financiero. Lo más significativo es que le permitió a Trébol pactar los precios con sus más de 250 clientes. La venta de kits de costura y el movimiento de inventario posibilita sumar en las ganancias. Ampliaron su comercialización con un punto de venta en la propia sede, un puesto en las ferias populares y directamente proponiendo artículos a entidades locales. Aun así, pareciera que el cambio es demasiado significativo, o que Trébol ha sido tocada con la suerte. Como sea, la UEB alcanza a alzarse en tiempos en que sus pares decaen.

Sin ser suficiente todavía en las ambiciones, la propuesta inmediata es arrendar equipamiento y concretar nuevos clientes para el servicio extra de arreglos a la población. El director halla conveniente en un futuro próximo la conversión de la UEB en una micro, pequeña o mediana empresa. “Ganaríamos en poder de decisiones y tendríamos ventajas respecto al flujo económico. Una de las intenciones nuestras sería tener acceso a materia prima y confeccionar, por ejemplo, ropa de moda, que ahora es un sueño”.

Por lo pronto, el deber es zurcir los descosidos al interior de sí. El deber es duplicar jóvenes como Yairobi e intentar que lleguen a ser “largas”, al igual que Liudmila. A Rigofredo hay que clonarlo, así se compren máquinas de última tecnología. Queda mucha tela…