Son los eléctricos avileños
Fotos: Empresa Eléctrica Ciego de Ávila/Facebook
Rafael aún era una tormenta tropical y los eléctricos avileños ya abordaban tres rastras, ómnibus y carros cestas que tenían como destino final La Habana
“Nosotros nos despertamos a la 5:00 de la mañana y no sabemos a qué hora vamos a regresar”, dice el ingeniero Diosdado Hernández Eduardo. Cuando la luna es dueña absoluta de la iluminación dan crédito a que ha transcurrido el día. Ellos seguirán a oscuras hasta devolverle la luz a los artemiseños después del paso del huracán Rafael. Son los eléctricos avileños.
Todavía a los meteorólogos les era imposible vaticinar con gran exactitud cuál sería la trayectoria que seguiría el nuevo organismo, y Diosdado, director de la Unidad Empresarial de Base de Servicios Comerciales de la Empresa Eléctrica Ciego de Ávila, ya estaba preparándose para partir hacia el occidente cubano.
Antes de que su superior le informara que debía estar listo para en cualquier momento tomar rumbo al oeste del país, Juan Alberto Olivares apuraba a su madre para que le ayudara a preparar la maleta. Ella tal vez intentó retenerlo o decirle que esperara un poco más. Hubiese sido en vano. A él le bastó ver un parte meteorológico en el noticiero para entender al instante que allá iba a ser falta su experiencia como ingeniero eléctrico y especialista en líneas de 110 kilovoltios.
Juanci tiene su “pase”. Le llaman “solidaridad”, pero esa palabra es poca para la “locura” que cargan consigo los tipos de su estampa. Los cuerdos, cuando se avecina un desastre, intentan alejarse, buscar resguardo; los eléctricos corren hacia él, a rearmar lo que sea derrumbado. Todos poseen una sensibilidad propia que les resulta inevitable mostrar desde que saben de la posible ocurrencia de una tragedia así.
Rafael aún era una tormenta tropical. Se regodeaba por el mar Caribe, a miles de kilómetros del archipiélago. Le faltaba tomar fuerza para convertirse en huracán y ser una verdadera amenaza; pero los eléctricos avileños abordaban tres rastras, ómnibus y carros cestas que tenían como destino final La Habana.
El jefe de carro, Aurelio León Leyva, en un diálogo con el periodista del diario Granma, Ortelio González Martínez, le dijo: “Como siempre, vamos pa’rriba del lío. No sabemos por dónde entrará ese ‘individuo’, pero de lo que sí estamos seguros es de que seguiremos tras su huella y borraremos en el menor tiempo posible todo vestigio que deje. Ahora nos toca otra vez, ya estamos acostumbrados”. Eso es guapería de verdad, alardear así sobre batirse tú a tú con un desastre. Son los eléctricos avileños.
Tan lejos de casa, como lo son más de 400 kilómetros, fue donde esperaron que saliera de Cuba el huracán de categoría 3, según la escala Saffir-Simpson. El Instituto de Meteorología registró lluvias intensas y vientos de 185 kilómetros por hora.
Cuando Rafael empezó a alejarse del territorio nacional y el sol volvió a alumbrar fue posible ver que los daños más severos los presentaba la provincia de Artemisa: a más de 4900 casas se les derrumbaron el techo y las paredes; los políclinicos, hospitales y centros educativos sufrieron deterioros; diversos cultivos como la yuca, el plátano, el arroz y el frijol fueron afectados, así como unas 357 hectáreas sembradas de café.
Uno de los puntos de la geografía artemiseña que pagó con creces las consecuencias del impacto de este fenómeno fue la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), puerta de Cuba a la inversión extranjera y el comercio exterior.
Importantes estragos se hicieron notar en la fábrica de cigarrillos Brascuba, el Parque Solar Fotovoltaico de Guajaibón y la Fábrica de Detergentes Suchel TBV, pertenecientes al grupo vietnamita Thai Binh. Uno de los trabajadores del país asiático detalló que “el huracán se llevó una parte del almacén de materias primas, del almacén de productos terminados y también el techo de las torres”, según informó el periódico Granma.
Los medios de comunicación de Cuba y el mundo revelaron muchos más datos sobre el azote de Rafael; pero fue más gráfico un video que comenzó a inundar estados de WhatsApp: mostraba cómo el viento abatía a una de las torres de luces del parque beisbolero 26 de Julio. A Artemisa había que levantarla y volverla a encender.
Los daños en las redes eléctricas fueron considerables. Ocho de los 11 municipios, reportó el diario Granma, presentaban una situación muy adversa. Apenas las condiciones lo permitieron, los avileños se trasladaron desde La Habana hasta Artemisa para enfrentar la etapa de recuperación, dice Diosdado Hernández Eduardo, al frente de los 76 hombres que componen el contingente avileño.
Ni en megawatts ni en otra unidad de medida es posible calcular la significación de enviar ese número de personas a Artemisa. Si bien Ciego de Ávila se libró de los estragos causados por una temporada ciclónica tan activa, también enfrenta un contexto complejo. A la salida de termoeléctricas por averías o mantenimiento y la escasez de combustible, se le suma al territorio el déficit de transformadores para reposición, tendederas eléctricas y demás ilegalidades como el robo de aceite dieléctrico, ha explicado en reiteradas ocasiones el director de la Empresa Eléctrica provincial, Daniel Pérez García.
Rafael empeoró todo. Apenas sus vientos rozaron el archipiélago, la desconexión del Sistema Eléctrico Nacional fue inmediata. Principalmente Artemisa, pero Cuba completa atestiguaba cuán perjudicial era este huracán categoría 3.
Quizás los avileños hubieran sido necesarios en su tierra. A lo mejor debieron redoblar esfuerzos los que quedaron. Pero hubiese sido demasiado egoísta resolver solo el problema suyo. Ellos sabrán. Nadie es capaz de calcular cuánto se ayudan unos a otros, siquiera sin conocerse, siendo de diferentes lares. Protegidos por cascos, guantes y overoles todos son hermanos. Eléctricos y punto. Hoy los avileños están allá…
“Desde que llegamos nos pusimos a trabajar en tareas fundamentales: dar servicio por la red a centros de salud, a las bombas que suministran agua a la población y a la termoeléctrica de Mariel”, escribe Diosdado por mensajes, en el poco tiempo que tiene para tomar su móvil.
Irán Jiménez Martínez y Lázaro Alfonso Roque, par de avileños más que siguen por el occidente cubano, le contaron más especificidades al periódico local El Artemiseño: Además de restablecer los circuitos que alimentan al hospital Ciro Redondo García y los pozos de Waterloo, un grupo de trabajadores eléctricos se enfocaba en reparar una línea de 33 kilovoltios y otro en la subestación Mártires de Artemisa, en la carretera al poblado Las Cañas. Son los eléctricos avileños.
Si previo a ir a Artemisa, a los más de 70 avileños le hubieran preguntado por datos generales de ese territorio, posiblemente habrían mascullado algunas respuestas bastante obvias. A estas alturas conocen nombres de calles, de repartos, de hospitales. Artemisa los habitará por siempre
Las fotos que toman con sus móviles jamás serán postales, pero las guardarán como recuerdos de cuándo devolvieron la luz a los artemiseños. Impregnada en la memoria vivirán otros recuerdos, imposibles de preservar en el sistema Android. La retina de Diosdado capta mejor que su cámara las expresiones de satisfacción y de agradecimiento de las que jamás podrá despojarse.
“De Artemisa me llevaré la buena forma de comportarse de las personas, lo respetuosas que son y cómo reconocen la forma y prontitud en el actuar de los trabajadores eléctricos”, añade Diosdado sin chance de responder una interrogante más. En momentos así, los integrantes del contingente no pueden detener su labor por nimiedades.
Hace unos días terminó el izaje de las seis torres de alta tensión (220 kilovoltios) derribadas por Rafael. La Agencia Cuba de Noticias ha informado sobre el paulatino avance en la recuperación eléctrica en Artemisa: A casi 170 000 asciende el número de clientes con servicio eléctrico. Funcionan, además, ¾ partes de las estaciones de bombeo. En cada una de esas noticias está el hacer del contingente de Ciego de Ávila.
“Queda trabajo, pero aquí estamos”, y Diosdado coloca el punto final, sin saber la fecha exacta en que volverá. Son los eléctricos avileños.