“Para las adolescentes embarazadas, el apoyo social es clave”
Foto: Michel Guerra
Yeline Ruiz Betancourt: “Muchas adolescentes que hoy asumen un embarazo, son a su vez hijas de madres adolescentes”
¿Qué riesgos psicológicos entraña un embarazo a edades tempranas?
Para quienes lo afrontan a temprana edad, el embarazo puede convertirse en un laberinto de incertidumbres –con minotauro incluido– en el que las futuras madres saben cómo entraron, pero no cómo saldrán ni a qué costo. En un escenario tan complejo es común escuchar sobre los riesgos que corren las gestantes y sus bebés: malformaciones, diabetes, hipertensión arterial, poca ganancia de peso… Sin embargo, no prestamos la misma atención a la salud mental, a pesar de que el tránsito precoz hacia la maternidad casi siempre vaya acompañado por ciertas dosis de inmadurez e inestabilidad emocional.
Bien lo sabe la psicóloga Yeline Ruiz Betancourt, directora del Centro Provincial de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, quien desde hace 25 años mira de cerca el tema y comprende la importancia de aplicar en el embarazo adolescente aquella máxima latina de “mente sana en cuerpo sano”.
“Estas muchachas enfrentan desafíos psicológicos enormes, que pueden dejarles secuelas para el resto de sus vidas. Muchas veces experimentan una maduración emocional precipitada, y deben hacer lo imposible por mantenerse a flote y vivir con una decisión que casi siempre las supera en sus posibilidades cognitivas y emocionales”.
–¿Cuáles son estos desafíos psicológicos?
–En el contexto de un embarazo a edades tempranas surgen muchos conflictos familiares: violencia, chantajes emocionales, usurpación del rol materno... También hay otros desafíos en torno a la deserción escolar y la dependencia financiera de las nuevas madres con respecto a sus parejas (cuando tienen una estable).
“Además, están la presión social y el estigma que enfrentan en el barrio, la escuela y la propia familia. Algunas sienten vergüenza porque es un embarazo no deseado o inesperado. Todo esto puede conducir a numerosos problemas psicológicos, entre los que cabe destacar, por ser los más comunes, el estrés, la depresión, la ansiedad, los trastornos del sueño y la autoestima baja”.
–¿Qué situaciones o conductas hacen más probable un embarazo en la adolescencia?
–Acá en Ciego de Ávila hemos podido identificar unas cuantas: nacer de una madre adolescente, bajo nivel socioeconómico, consumo de alcohol y drogas, problemas de autoestima, relaciones abusivas y violentas, disfuncionalidad familiar (aunque cada vez tenemos más familias disfuncionales) y ausencia de una adecuada educación sexual.
“Quiero detenerme en este último factor. Muchos padres consideran que, si le permiten al hijo o a la hija adolescente tener relaciones eróticas dentro de la casa y dormir allí con su pareja, si conocen a qué edad inició su vida sexual, ya le dieron una excelente educación en este tema. Sin embargo, para satisfacer las expectativas y necesidades reales del adolescente, estas conversaciones tienen que ser mucho más abarcadoras e iniciarse desde las primeras edades.
“Los niños deben aprender gradualmente sobre su sexualidad, en concordancia con su desarrollo físico y emocional. Los padres no pueden esperar a que sus hijos sean adolescentes para tener determinadas charlas. Primero, porque en la pubertad estos no son tan receptivos al diálogo con los adultos como con sus amigos de la escuela y el barrio. Segundo, porque si no abres esa ventana a la edad adecuada, luego no sabrás cómo sentar a tu hijo adolescente y comenzar a hablarle de sexo”.
• Sobre el embarazo en la adolescencia, Invasor publicó un reportaje hace unos meses:
–¿Cuáles son las reacciones más frecuentes de las adolescentes al descubrir su embarazo?
–Algunas se asustan y experimentan cierto rechazo al embarazo, que puede o no contribuir a la interrupción voluntaria del mismo. Sin embargo, tienden a ocultar sus miedos, no hablan a tiempo y quizá cuando se lo cuenten a mamá y a papá ya no quede otra opción que tenerlo.
“No obstante, otras reaccionan de manera romántica y aventurera. Ven en ese embarazo un fruto del amor, y no el producto de una relación eventual y efímera. Y no extraña, si tenemos en cuenta que han recibido una crianza profundamente patriarcal, donde se valora a la mujer por su capacidad de parir”.
–¿Cómo las adolescentes embarazadas pueden lidiar con la ansiedad, la depresión u otros problemas psicológicos?
–De forma general, estas tienen mayores probabilidades de desarrollar trastornos psicológicos. De hecho, desde su captación puede determinarse cuáles de ellas son más vulnerables. Por ejemplo, si la adolescente viene de una familia disfuncional, de un hogar con violencia, si tiene poca comunicación con los padres, si posee antecedentes familiares de enfermedades psicológicas o psiquiátricas, todo eso incide.
“Si la gestante necesita psicofármacos, y por tanto lleva atención psiquiátrica, hay que valorar los riesgos y beneficios del tratamiento. O sea, nada de darle diazepam o clordiazepóxido porque se siente alterada, o trifluoperazina para que levante el ánimo… La automedicación puede agravar el trastorno psicológico, y dejar secuelas en la salud física de la joven y del feto.
“La alimentación también juega un papel importantísimo, y no solo para una ganancia de peso adecuada. Una dieta balanceada y rica en nutrientes ayuda a contrarrestar procesos psicológicos como la ansiedad y la depresión”.
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Posted by Upec Ciego de Ávila on Tuesday, September 26, 2023
–¿Hay consecuencias psicológicas a largo plazo?
–La educación de los hijos en las primeras edades lleva muchísimo tiempo, y paciencia, y estas madres precoces carecen de herramientas psicológicas para asumir la crianza de un bebé cuando ellas mismas no han completado su proceso de madurez emocional.
“Es común que experimenten sentimientos de fracaso, de frustración, ante los sueños a los que debieron renunciar. Algunas dejan a sus niños en estado de abandono, o se desentienden de su crianza cuando la abuela acepta asumir el rol materno. Muchas experimentan sentimientos de culpa que las acompañarán por el resto de su vida. Sienten que son malas madres, malas personas”.
–Pero no a todas les pasa…
–Claro. También existen factores de protección psicológica que han demostrado ser beneficiosos: las redes de apoyo, la práctica moderada de ejercicios físicos, las técnicas de relajación, una alimentación saludable, el compromiso del padre del futuro bebé y el acceso a servicios especializados en salud mental. Y, para algunas personas, además, la religiosidad se convierte en una fuente de tranquilidad y esperanza.
–¿Qué tan importante es el apoyo social y familiar?
–Sin este apoyo, el camino del embarazo en la adolescencia entraña muchas tristezas, soledades y frustraciones. La gente juzga con facilidad a las muchachas, las enjuicia fuertemente, pero no se detiene a pensar en las causas de este fenómeno. ¿Y si la culpa es nuestra, por no prepararlas mejor para la vida?
“El apoyo social es clave para que ellas no sientan que el bebé es algo con lo que deben cargar porque metieron la pata, pues a nivel psicológico eso se traduce en que el niño resulta una molestia, un fastidio, y genera rechazo.
“Hoy nos toca fortalecer la educación sexual, ampliarla, hacerla más integral e inclusiva, quitarle prejuicios. En vez de criticar con crudeza, nos toca prevenir estos embarazos, y cuando ya sean un hecho, apoyar a las adolescentes. Si deciden tener a su hijo, nuestro deber es ayudarlas a que sean buenas madres, porque eso redundará en la formación de un mejor ser humano”.
En un panorama como el actual, en el que las tasas de fecundidad adolescente muestran un incremento preocupante (incluidos varios municipios avileños, que rebasan la media nacional) urge abordar desde múltiples perspectivas este fenómeno y no dejar solas, entre miedos y dudas, a muchachas que asumen con más inseguridad que alas el vuelo precoz de una maternidad que les cambiará la vida para siempre.
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