Los secos paisajes de Florencia
Fotos: Michel Guerra
A día de hoy, el acueducto de Florencia debería estar terminado y brindándole servicio a la población general de la norteña localidad. Pero no es así.
Nayadis Gómez Velázquez ha llegado al extremo de salir con cubos por la localidad para buscar quién tenga un pozo y le pueda regalar agua. “Donde yo vivo, loma arriba, es difícil encontrar agua y pozos”, dice con tono de reclamo, porque la situación empeora y sigue sin avistar una solución determinante.
Cuando Nayadis supo que en Florencia construirían un acueducto, creyó de una que iba a ser un manantial de bienestar, capaz de erradicar toda probabilidad de sequía. La realidad, como casi siempre, fue más fuerte que la ensoñación; pero por lo menos tuvo la oportunidad de llenar sus tanques y vasijas con el líquido que corría directamente por las instalaciones de la obra hidráulica.
Su ciclo era cada cuatro días, aunque, a veces, la inestabilidad del servicio provocaba que quizás se alargara, cuenta. “Así fue hasta hace un mes más o menos, pero ahora no recibimos ni una gota, aunque sigamos pagando. No hay control ni responsabilidad, no se cumple la programación. No entiendo por qué volvimos al problema”.
En el Consejo Popular Florencia, la parte sectorizada se abastece del recurso un día después de diez sin provisión; mientras que en el de Tamarindo el ciclo es actualmente cada cuatro días, especifica el jefe de zona en el municipio de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, Yuniel Gómez Rodríguez.
A Nayadis él le explicaría, además, que la complejizada situación electroenergética y la fuerza del bombeo para llegar a zonas más altas genera tales desvaríos; pero tales justificaciones por sí solas resultarían, cuando menos, insuficientes.
Marlen Herrera Darias y Ada Pérez Luis, también vecinas del Consejo Popular de Florencia tampoco les basta con una respuesta así, sobre todo porque siguen sin percibir que los avances del acueducto les beneficien como esperaban.
Dice Marlen que “tal vez les haya resuelto el problema a algunos, pero no a la población en general. A mí lo que me llega cada una semana o más, es un chorrito. Estoy segura de que somos más los inconformes”.
Entre esas inconformes está Ada. Para ella la situación es incluso peor. Si bien posee todas las instalaciones, el contador, continúa sin recibir el servicio y sin expectativas de una transformación rápida. “Es verdad que algunas veces ponían el agua aquí, pero después de las 11:00 de la noche, de madrugada. Nadie se acuerda de eso ya. En Florencia el acueducto es para unos. En el centro del pueblo se bota el agua, y en las zonas un poco altas no llega nada hace como un año”.
Las cuatro estaciones de bombeo poseen sus respectivos paneles solares
Evidentemente, fuera erróneo contabilizar a Nayadis, Marlen y Ada entre beneficiados, hasta el momento, por el progreso del acueducto. De acuerdo con el jefe de zona, suman 3119 los lugareños que se abastecen por esta vía. Esa estadística no concuerda con el que el propio Gómez Rodríguez ofreció unos siete meses antes a INVASOR. En ese entonces, eran 5302 los florencianos que se suministraban mediante las redes hidráulicas.
Paradójico es que esas estadísticas mantuvieran un ritmo descendente, aunque la realidad es que las proyecciones del acueducto han permanecido estancadas por mucho tiempo si se tiene en cuenta que su construcción empezó en 2017.
La ejecución se planificó en cuatro fases, cuenta Ricardo Cardoso Sospedra, especialista B en Investigación de Proyectos de Ingeniería de la Empresa de Mantenimiento y Rehabilitación de Obras Hidráulicos “Cuito Cuanavale”.
Primeramente, se creó una red de puntos de fácil acceso, compuesta por tanques de 2100 litros. Ante una urgencia, la población podía ir hasta ellos y abastecerse. La obra prosiguió con la instalación de las redes hidráulicas hacia todos los clientes.
Después, la tercera etapa consistió en la localización de fuentes de abasto y seguidamente la perforación de los pozos, conocidos como Florencia 3 y Florencia 4, unidos a dos estaciones de bombeo anteriores. Asimismo, se determinó darle valor de uso en favor de la población a la presa Liberación de Florencia, argumenta el especialista.
Previsto también estaba la ubicación de una balsa flotante con su tubería de 160 milímetros y dos bombas sumergibles, que aumentarían el envío a 25 litros por segundos hasta tres unidades potabilizadoras de agua (UPA), desde las cuales se suministraría a la población mediante la fuerza de gravedad.
A día de hoy, el acueducto de Florencia debería estar terminado y brindándole servicio a la población general de la norteña localidad. Pero no es así. Las acciones más significativas que restan todavía en 2025 son la creación de más de tres kilómetros de redes y el proceso completo de interconexiones de las UPA, asegura Leduar Rodríguez Espinosa, supervisor de la Empresa de Servicios Ingenieros Hidráulicos de Ciego de Ávila.
Contrasta su afirmación con que hace par de años, en el Noticiero de Televisión Nacional se aseveró que estaban construidas el 80 por ciento de las conductoras y que solo quedaba pendiente la ejecución de las estaciones de bombeo.
Asimismo, a mediados de 2024, el director de Inversiones de la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos, Epifanio Núñez Arias, afirmó que la obra se entregaría lista tentativamente el 26 de julio de ese propio año. En el balance del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, se destacó “la ejecución de 241 kilómetros de redes y conductoras de abasto de agua y nuevas conexiones”. Sin embargo, fue imposible completar lo que le faltaba a Florencia.
Durante un recorrido, en abril de 2024, por los objetos en construcción de la vice primera ministra de la República, Inés María Chapman Waugh, y el presidente del Instituto Nacional Recursos Hidráulicos, Antonio Rodríguez Rodríguez, se hizo hincapié en la necesidad de acabar cuanto antes el acueducto por los problemas históricos del municipio al respecto y la sequía hidrológica imperante.
Para concretarlo, el propio Núñez Arias explicó el presupuesto de 2024 ascendía a 25 millones de pesos, superior al de años precedentes y suficientes para cumplir el objetivo. Además, confirmó en ese intercambio que las brigadas constructoras contaban con la mayoría de los recursos a emplear, así como que los portabrisas y otros materiales los proveería Ciegoplast, la fábrica avileña de tuberías de polietileno de alta densidad.
Las palabras discurrieron por el desagüe de la incertidumbre. Lo cierto y contraproducente hoy es que la obra “priorizada” por la provincia persista sin fin. Incluso, es imposible definirlo siquiera de forma tentativa. Rodríguez Espinosa es incapaz de aventurarse al vaticinio, pues el monto decreció hasta los ocho millones de pesos y el constante déficit de combustible provoca un vendaval de contratiempos.
Cardoso Sospedra considera que fuera probable completar el cronograma en unos cinco meses, si precisamente se asegurara el combustible. Un ejemplo directo sería que las retroexcavadoras a veces son inutilizables por esta razón.
La disponibilidad de tuberías y accesorios ha sido muy limitada. El acceso a esos recursos ha causado retraso, al igual que emplear equipos deteriorados, con sus piezas y partes defectuosas, para los movimientos de tierra o soldaduras, justifica Cardoso Sospedra.
Mientras el acueducto persista sin ser una certeza total, la suerte de Ada dependerá de su pozo averiado que en tiempo de seca se achica. Esa es su realidad y la de tantísimos. Cuando la tensión aumenta, los florencianos acuden al suministro mediante camiones cisternas. “Hay veces que se demoran y estamos días sin agua. No vienen sistemáticamente, sino cuando empezamos a reclamar”, dice Ada y lo reafirma Nayadis.
La capacidad del Complejo Hidráulico supera los 50 millones de metros cúbicos
A 1332 lugareños se les presta servicio de pipas de acuerdo con un ciclo de ocho días, alega el jefe de zona. Pero esa “estabilidad” que plantea cada vez es más difícil de sostener a partir de que actualmente cuentan con apenas tres camiones cisternas ―dos menos que el año pasado―, que presentan problemas técnicos de forma habitual.
Desde su visita al municipio, Chapman Waugh hizo énfasis en que ante un escenario de tantas limitaciones se impone el ahorro de combustible, por lo cual el tiro de agua por pipa debía eliminarse de manera gradual.
Las desdichas de los florencianos se agolpan de una. En medio de esas circunstancias, la sequía hidrológica los ha afectado más en los últimos años. Un reportaje publicado por Juventud Rebelde, en abril de 2017, alertaba que Florencia se había convertido “en uno de los territorios más secos de Cuba y sus fuentes de abasto estaban a punto de colapsar”. La sequía ha sido una constante histórica, le planteó a Invasor en 2024 el asesor técnico de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico, Rafael González-Abreu Fernández.
Por años, la salida fue perforar pozos y más pozos. Quizás esa es la razón de la demora en iniciar la construcción del acueducto; pero el estrés hídrico signa la urgencia de recurrir a las aguas superficiales.
Cuando la presa almacenaba 14 millones de metros cúbicos ―representan el 24 por ciento de su capacidad―, González- Abreu recalcaba que esa era la garantía de la localidad, sin que lloviera una gota más. Para mayor tranquilidad de los florencianos, el complejo hidráulico está lleno ahora a un 64 por ciento, asevera el jefe de zona.
Marlen, Ada y Nayadis no sentirán alivio ni estos números les dirán nada hasta que el agua corra por sus casas con la fuerza de un huracán. Para que ello ocurra, se precisa un impulso de magnitudes similares que permita la ejecución final del acueducto.