La gigantez de Arianna
Fotos: Michel Guerra
Arianna, nueva revelación del deporte avileño
“Como era pelotera y tenía buenas manos jugaba cuatro esquinas ahí en el barrio. Yo soy nacida y criada en Canaleta”.
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Arianna llegó a la sede del periódico minutos antes de la hora señalada. Más bien, vino por compromiso, por mera formalidad, con disimulado apuro. Lucía el pulóver rojo con ribetes azules que usó en México, un chándal y unas zapatillas anaranjadas. En una mochila con las señaléticas del equipo Cuba, trajo la medalla de oro y la gorra, porque se le advirtió que también harían falta para las fotos.
El pasado 27 de septiembre Cuba superó en dos sets (5x4 y 13x3) a China Taipéi para subir a lo más alto del podio de la Copa Mundial Juvenil de Béisbol 5 de Nayarit, México. Arianna La O Olivet integró ese equipo ganador; sin embargo, no tiene ínfulas de campeona. Apenas le importan los flashes o cómo un reportero califique el triunfo.
Aquel día de la conversación le entusiasmaba más la proximidad de su cumpleaños. Al publicarse este texto, habrá celebrado sus 16 con música de Bebeshito. Arianna es muy parecida a su tiempo. Duerme hasta tarde los fines de semana, revisa WhatsApp constantemente y ve animes.
“No me cuadra casi la escuela”, dijo y al instante sintió una vergüenza ingenua e intentó corregir, añadiendo que sí cumplía con todas las tareas y que su asignatura favorita, “por así decirlo”, era la Historia del Deporte.
“Tampoco soy de salir. Cuando más, voy al estadio (José Ramón Cepero), pero no tanto. Me estreso mucho cuando hacen errores en jugadas tan fáciles”, señaló Arianna con una risita nerviosa en todo su rostro, como si considerara que era un fallo ético hablar así del béisbol cubano.
La verdad de Arianna es el béisbol, el béisbol tradicional, el de los nueve innings, strikes y jonrones. Ella desconoce el porqué de su apasionamiento. No tiene familiares deportistas ni en su casa la influyeron. Entre amores y lógicas casi nunca existen concordancias.
“Para ser sincera, de toda una vida lo que me ha gustado es practicarlo. Tanto di hasta que mi mamá me llevó a entrenar”, contó, cual si esa hubiera sido la decisión de su vida. Los años corren sin desmentirla.
Yeneidys Olivet había estado en silencio, escuchando a su hija. Al sentirse aludida precisó que la carrera deportiva de Arianna comenzó a los cinco años, practicando con varones, bajo la guía de Dany Miranda. Ese apellido lo pronunció con fuerza, tal vez en un intento por reafirmar la calidad de los entrenamientos. Miranda atesora el título olímpico de Atenas 2004 y ahora es el director de los Tigres de Ciego de Ávila, conjunto ganador de la pasada Liga Élite del Béisbol Cubano.
“Mi mamá me apoya y está siempre para mí”
Con las enseñanzas de Dany, más la consagración propia, Arianna adquirió llamativas habilidades, sobre todo, a la defensa. Era difícil que se escapara un roletazo por el territorio de la segunda base. Su ascenso fue tal que a los 12 años pasó a entrenar al estadio José Ramón Cepero con el resto de prospectos femeninos de la provincia.
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En 2017, la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol impulsó la idea de convertir el béisbol 5 en deporte profesional. “La nueva disciplina de cinco contra cinco, que solo requiere una pelota para jugar, se basó en las cuatro esquinas, juego que nació en las calles de Cuba”, se lee en el sitio web de la organización.
Por esa condición de fácil acceso es que en el archipiélago resulta tan popular. Arianna, por sus destrezas para el béisbol, siempre hacía equipo para jugar cuatro esquinas en Canaleta, un barrio alejado del centro de la ciudad de Ciego de Ávila. El pavimento y una esférica de goma fueron algunos de sus juguetes durante la niñez.
“Ella siempre ha sido una niña muy buena, muy agradecida. Nunca fue de pedirme más que lo que le podía dar. Yo tengo cinco hijos y uno está enfermo. Todos la hemos apoyado, pero ella ha ido saliendo adelante por sí misma”, dijo su mamá. “Cuando tenía problemas me ponía a entrenar. El deporte es, más o menos, como un refugio para mí”, dijo Arianna.
La relación suya con el deporte es recíprocamente romántica. Cuanto le ha entregado, el deporte le ha devuelto. En 2023 fue convocada para una competencia de béisbol 5 en Ciego de Ávila. El equipo local estaba incompleto y llamaron a las jugadoras de béisbol tradicional. Arianna aceptó porque su felicidad habita en el juego, sea cual sea.
“De inicio no me gustó mucho porque yo era pelotera, pero de a poquito me fue interesando más”, confesó. Aunque las reglas guardan similitud con el béisbol convencional, el 5 es diferente al momento de jugarlo. Para Arianna, su estatura de 1.48 metro ha sido una rival complicada. A pesar de adquirir habilidades a la defensa junto al mencionado Dany Miranda, en el béisbol 5 le costó la adaptación.
“Aquí no hay guante y es verdad que por ser chiquita se me hace más difícil el agarre de la pelota, cuando otros pueden con dos dedos, yo tengo que hacerlo con tres o la mano entera. Se me ha dificultado, pero ya me he ido acostumbrando. El fildeo es ahora donde más ventajas tengo”, explicó.
Tras oírla con detenimiento y para probar la inocencia de su hija, Yeneidys sentenció: “Ella fue la mano de oro y obtuvo el segundo lugar en el nacional juvenil”. La mano de oro fue el premio a la jugadora que menos errores cometió y el nacional juvenil fue su puerta a la preselección.
Los 16 elegidos se concentraron en La Habana durante un mes. Arianna reconoció que para integrar la selección hubo que superar entrenamientos “muy… muy exigentes y completos”. Es de suponer que ante una competición mundial fueran de ese, pero el trasfondo de esas palabras rebasa la obviedad.
En un momento tan complejo socioeconómicamente para Cuba, el movimiento deportivo nacional se resiente a lo largo y ancho. Su resguardo son disciplinas como esta, que ha sabido erigirse entre las dificultades. La Mayor de las Antillas es una superpotencia, bicampeona y primera del orbe en el ranquin de mayores. En pleno derrumbe de la base de otros deportes, el béisbol 5 edifica un futuro exitoso y el país así lo requiere en aras de sostener su estandarte de viejas glorias.
“Después del nacional me vi con posibilidades de hacer la preselección, pero no pensé hacer el equipo, es muy difícil en el primer año como juvenil. Cuando dijeron mi nombre, en la reunión, no me di cuenta. Miré para los lados buscando a ver quién era. Luego, reaccioné: ¡guao! Mis compañeros vinieron a abrazarme. Apenas terminé la reunión llamé a mi mamá”, contó Arianna. “No tenía palabras para decirle”, contó Yeneidys.
A la mamá le inquietó un poco la salida del país, el cuidado de la niña. Luego, tuvo oportunidad de ver a los entrenadores y quedó muy tranquila. Sergio Arturo Pérez Echevarría era el director del equipo Cuba. Los medios de prensa nacionales lo muestran como un joven con mucha preparación, consagrado al béisbol y reconocido a nivel internacional.
Arianna lo caracteriza a su manera, más simple y realista: “Sergio, cuando tiene que serlo, es muy serio. Nos pone el dedo a veces. Y es alegre también. Es muy buena talla. En el juego, es muy táctico y muy capaz”.
Septiembre fue un aluvión de novedades felices para Arianna. Hizo el grado y viajó en avión por primera vez para conocer otro país. “Al principio me dio susto el avión, pero cuando subió completo todo pasó. Desde que llegamos nos atendieron con muy buena vibra. Nayarit es un lugar muy lindo”.
Seguro, Arianna hubiera querido visitar más lugares que los que le permitió el tiempo libre; pero el objetivo de su estadía en México era jugar la Copa Mundial Juvenil de Béisbol 5. Previo a un partido, ella no tiene otro rito que calentar fuerte y reunirse con sus entrenadores para repasar las señas, preparar las alineaciones y analizar al rival.
Sus memorias sobre el evento eran muy dispersas. Recordaba con especial énfasis el choque semifinal. “Fue el más complicado, contra los locales. Todo el público nos gritaba sin parar. Sí, sentí los nervios, pero cuando una deja de mirar afuera y se centra en el terreno y en lo que le gusta los nervios se van por completo. México tenía nivel y nos ganó el segundo set. Luego nos repusimos y avanzamos a la final”.
Al momento que Arianna hablaría de la discusión del oro, Yeneidys la interrumpió: “¿Contra qué equipo fue que hiciste el triple play?”. Hizo la pregunta con el orgullo de quien no podía perder esta oportunidad para referirse a las hazañas de su pequeña.
Yeneidys acaso sabía el abecé del béisbol y de la nueva modalidad. Ha aprendido acompañado a Arianna al estadio, a las competencias provinciales y las de país. Como no pudo viajar a México y tampoco estaba segura de que el canal Tele Rebelde transmitiera los juegos o los apagones la dejaran verlos, gastó sus gigas de datos móviles para seguir la competencia por páginas webs que su hija le enviaba.
“Contra Siria”, le contestó Arianna, sin particularizar mucho en la acción. Un triple play es una jugada defensiva bastante difícil e inusual, tan difícil e inusual que durante la Copa Mundial solo se concretó uno.
Tras responder dirigió sus palabras al encuentro por el primer lugar: “Taipéi nos enredó el primer set. Los países asiáticos son potencias, pero nosotros les ganamos. El último out fue por un rolling que capturó Yudy Espinel en tercera base y lanzó a segunda. Yo estaba en el banco. Corrimos con la bandera por el cuadro. Además de la medalla, el evento nos hizo hermanos de todos. Aunque no hablemos el mismo idioma, somos una familia”.
Arianna aún es incapaz de dimensionar su resultado. A ella solo le interesa el juego, no la parafernalia alrededor de una medalla de oro. Por eso fue que le pidió a su mamá que no la esperaran con mucho alboroto.
A lo mejor es más conveniente que sea así. Ganar una Copa Mundial es la aspiración de cada deportista. Arianna lo logró con 15 otoños. El sueño no puede acabar cuando su carrera recién comienza.“Quiero ser campeona mundial de grandes. Quiero ser como Haila (González). Ella es la MVP del mundo. Cuando estuvimos en La Habana pudimos conocerla y nos dio muy buenos consejos.
Esta presea mundial es apenas el inicio de una carrera deportiva
“El año que viene jugaré el Nacional Juvenil y quiero hacerlo bien para que me llamen a la preselección de las olimpíadas juveniles de Dakar 2026, que es lo más importante. Nosotros clasificamos directo al ganar el Mundial”.
Al final dijo que no descartaba volver a un terreno de béisbol, con bate y guante; pero que seguiría en el béisbol 5 porque le ha ido muy bien en corto tiempo. Para Arianna todo continúa igual que antes de ser la campeona mundial de Canaleta. “Yo no cambio. ¿Para qué? A mí el ego no se me sube.
La única diferencia es que ahora me hacen entrevistas”.