El amor propio abraza mejor
Fotos: Sayli
El movimiento político-social Abrazando el barrio abrió los brazos a Bolivia
Cinco años lleva construyendo su casa Bernardo González Llerena, y solo él sabe lo que le ha costado…, y le costará, porque todavía no termina. Primero las paredes y el techo, y ya con eso le parecía mucho. Después las prioridades se fueron desgajando solas. En esa lista mental ni él ni su esposa Vilma se hubieran atrevido a poner primero el piso de la sala y el comedor, o el de los cuartos, antes que el baño o la cocina.
Al terminar 2023, el piso de tierra de la vivienda de Bernardo, maestro de más de 40 años de trabajo —y actualmente metodólogo en la Dirección Municipal de Educación en Bolivia—, era uno de entre la decena que acumulaba el territorio cunagüero, solo en el sector educacional.
La idea, tantas veces descreída, de que las cosas pueden cambiar de un día para otro, no le pasó siquiera por la mente, y siguió haciendo el escalafón de sus necesidades y dejando para luego la posibilidad de un piso frío donde descansar en esas tardes soporíferas de mediados de agosto.
Nadie podría haberle anticipado, con exactitud, que un domingo no tan caluroso de enero, a las 7:00 de la mañana, “desembarcaría” a la entrada de su casa, en el reparto Van Van, una brigada de constructores con materiales, herramientas y disposición para regalarle a su nieto Daikel una superficie plana y sin baches donde rueden bien los carritos. Él diría luego que había un “run run”, un quizás con vocación de esperanza, pero a su edad las ilusiones no saltan al vacío si no tienen alas.
La ilusión de un piso de cemento resultaría escasa, mínima, para quien no ha tenido que lidiar con la sequedad de la tierra que, ante cualquier brisa, levanta un velo finísimo de polvo y obliga a esparcir ceniza y rociar agua, para luego barrer; o con la humedad, que se cuela por la planta del pie descalzo y deja honduras que impiden el balanceo de un sillón a la hora de la novela.
Por eso Vilma ni chistó viendo cómo el pequeño metro cuadrado de mosaicos rosados de su cocina, la única parte de la casa que hasta entonces tenía piso, se llenaba de fango con el entra y sale de gente, y preparó con gusto café para todos, mientras sus compañeras de trabajo en el círculo infantil donde es cocinera, elaboraban, para ella, su familia y los constructores, una caldosa que debió saber a gloria.
Esa caldosa tenía un ingrediente secreto: la solidaridad
La comitiva, encabezada por Liván Izquierdo Alonso, miembro del Comité Central del Partido y primer secretario en la provincia, y Alfre Menéndez Pérez, gobernador; coqueteó con la idea de quedarse a comprobar el sabor del ajiaco y la calidad de la obra de la Empresa Provincial de Aseguramiento y Servicios a la Educación (EPASE), responsable de ponerle piso de cemento a la casa de Bernardo, entre otros encargos. Pero en las dos cosas confiaron con los ojos cerrados.
Ahora Daikel podrá rodar sus carritos desde la sala hasta el comedor
De todas formas, no pudieron escapar al abrazo colectivo y la foto para la historia. Aquellas mujeres tenían una alegría y aquellos hombres un empuje, que habrían bastado para dejar una imagen perfecta si no fuera porque, ante el llamado de abrazar el barrio, los abrazos deberían nacer, primero, desde adentro.
De adentro hacia afuera
El movimiento sociopolítico #AbrazandoElBarrio germinó en la provincia en 2022, al calor del llamado del Gobierno central de transformar las comunidades en situación de vulnerabilidad, justo cuando la crisis económica agravada por la pandemia amenazaba con maniatar cualquier iniciativa. Como Bernardo, que no esperaba la sorpresa de este último domingo, ninguna de las comunidades beneficiadas ese año o en 2023 podía dar por seguras las soluciones a añejas necesidades que sí llegaron.
Y si fueron posibles no se trató de un presupuesto añadido, sino de un reajuste de las prioridades y, acaso, una mejor utilización de los recursos.
Quizás por eso, en Bolivia se pudo chapear áreas verdes con máquinas y no a machete limpio, dejando el hombro en el intento. Pero había lugares a los que se les notaba la falta del corte oportuno y, también, la mirada cuestionadora y comprometida, la responsabilidad estatal con la higiene comunal y el amor propio de la comunidad. A fin de cuentas, se trataba solo de hierba, arbustos, basura. No hacían falta más manos que las de los propios bolivianos.
Amanece temprano en #Bolivia Una movilización popular le cambiará el semblante hoy a la cabecera municipal de Bolivia....
Posted by Periódico Invasor on Sunday, January 14, 2024
Por supuesto, para un municipio con pocas empresas dentro de su demarcación —y, por ende, presupuestos menos cuantiosos—, toda ayuda es bienvenida y necesaria. No podrían solas las autoridades de allí hacer frente a la reparación de las canchas de pelota vasca, por ejemplo.
Aunque tenía las manos en la cintura, la postura de Alberto Infante Ojeda no era la de alguien derrotado por las paredes derruidas. Desde que el huracán Irma zarandeara la costa norte avileña, dejando en Bolivia cientos de viviendas destruidas e incontables afectaciones en entidades estatales, los frontones donde han aprendido los secretos del deporte decenas de chiquillos como Osiris Pérez Matos, recién promovido al equipo nacional, son, además, muros de lamentos.
Este año, según dijo Leonardo Rodríguez Sánchez, director provincial de Deportes, se ha destinado poco más de un millón de pesos para recuperar la instalación (en una primera fase) y, mientras comienzan las acciones constructivas —que deberán terminar antes del primer trimestre—, se consiguen metas más sencillas, como pintar el gimnasio de boxeo y judo.
Frente a los estragos del tiempo en el humilde inmueble, una se pregunta por qué no tienen el poquito de pintura todos los años, por qué no se abraza la comunidad todos los días.
Todas las manos
La creación de la Empresa Agroindustrial Municipal, el paso del proyecto de desarrollo local para la producción de carbón a jurisdicción del Consejo de la Administración Municipal, las propuestas de pequeñas empresas estatales pendientes de aprobación, el aporte a la circulación mercantil de las unidades de Comercio y Gastronomía; las contribuciones por concepto de tributos e impuestos de las formas de gestión no estatal, y las seis bases campesinas con que cuenta el territorio, motivan el cierto optimismo que se adivina en las palabras del intendente Manuel Lorenzo Álvarez.
Habla de una “hoja de ruta” pautada, por el momento, en 63 acciones, cuyo motor político es contribuir a ganar la sede del 26 de Julio para la provincia, y el principal objetivo mejorar la vida de la gente, desarrollando las potencialidades endógenas largamente adormecidas. De aquí a la mitad del año, en Bolivia deberá mejorarse el estado de los viales en comunidades como El Yarual y La 30, y de la Escuela Primaria Domingo Goicuría; se reparará el sistema hidrosanitario de dos edificios multifamiliares, el cine Higueras, la Casa de Cultura, el Museo, la sala de Fisioterapia…
Con un poco de pintura… y de ganas
Las primeras señales de esa transformación se dieron el domingo, en el que los todoterrenos de la EPASE —que también pintaron, en un abrir y cerrar de ojos, la Escuela Secundaria Básica en el Campo Eugenio Marcelino Cuellar— pusieron piso a la casa de Bernardo y otras dos, en comunidades a las que Invasor no pudo llegar.
Que cambie el rostro cansado y despintado del pueblo y sus barrios siempre será una alegría, pero ya hemos comprobado que, para que dure, tendría que salir de las entrañas de ese mismo pueblo. Están allí como testigos mudos los restos del gimnasio biosaludable, el parque infantil de columpios inertes, o la yerba que intentó borrar el último vestigio de lo que un día fueron los cuartos de los trabajadores del central.
Cambiar tendría que ser el resultado de un ejercicio colectivo de introspección y sentido de pertenencia, más que la llegada de una fila de carros y personas al amanecer. Obvio que hacen falta recursos, mas tendrían que estar dispuestas, primero, todas las manos.