Travesía olímpica de Ciego de Ávila: pedacito de Gloria

Ciego de Ávila también ha contribuido en las citas olímpicas a buenas actuaciones de Cuba en deportes colectivos

En la treintena de incursiones de atletas de Ciego de Ávila en Juegos Olímpicos de Verano, solo uno de los ases de casa puede blasonar de tres participaciones consecutivas.

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Se trata de la atacadora Mercedes Pomares Primelles, o lo que es lo mismo, La zurda de oro del voleibol cubano y, por muchos años, capitana de la selección que ganó el título de campeona del mundo en 1978, galardón cimero entre otros de relevancia internacional.

En Munich, República Federal Alemana, aconteció la primera experiencia en la malla alta de un elenco femenino de la Mayor de las Antillas en este tipo de certámenes multideportivos, en el que intervienen los mejores equipos del orbe y en el cual la joven majagüense de 18 años, 1 metro y 81 centímetros de estatura y 78 kilogramos de peso, actuó como jugadora regular.

Las voleibolistas cubanas se desempeñaron, primero, en el grupo eliminatorio B, en el que cayeron 0x3 ante las niponas y las norcoreanas, y vencieron al elenco de Checoslovaquia, 3×1. A continuación, en la discusión de los puestos del quinto al octavo, primero doblegaron a la escuadra anfitriona, 3×0, y en la despedida cedieron en peleado choque 2×3 ante Hungría, actuación que les deparó el sexto peldaño.

Luego vendrían las presentaciones en Montreal y Moscú, donde las Morenas del Caribe concluyeron en la quinta posición. Era la antesala de las triunfales apariciones de las pupilas de Eugenio George, campeonas en 1992, 1996 y 2000, y medallistas de bronce en 2004, lid esta última en la que estuvo a punto de asistir otra espigada avileña, la pasadora Yanelis Rebeca Santos Allegne.

Cuatro años después, la baragüense sí integró la formación que hasta su último partido luchó por reeditar un lugar en el estrado de premiaciones y finalmente concluyó en un igualmente destacado cuarto escalón.

También incluido entre las disciplinas o deportes colectivos, el baloncesto archiva par de faenas. A la inicial de Miguel Montalvo, ya reseñada en estas páginas, se añade la de la Locomotora de Majagua, Yakelín Plutín Tizón, integrante de la escuadra que terminara novena en la última porfía olímpica del pasado siglo con sede en la lejana Sidney, Australia.

El otro deporte de conjunto que ha contado con el aporte local es el béisbol. El receptor Roger Machado Morales y los jugadores de cuadro Yorelvis Charles Martínez y Danny Miranda Agramonte viajaron a la capital griega con el empeño que motivaba a todo el equipo: reconquistar la corona ganada por primera vez en Barcelona, 1992; retenida en Atlanta, 1996, y cedida en la final de Sidney, 2000, ante la formación estadounidense.

De aquel compromiso regresarían los discípulos de Higinio Vélez Carrión con el cetro, al que discretamente contribuyó la terna de Ciego de Ávila.

A la hora del recuento, resulta complejo evaluar la magnitud de cada aporte, mucho más cuando el resultado no depende de uno, sino de muchos, pero a este cronista no le albergan dudas: Mercedes Pomares, la que nunca alcanzó medalla en estas confrontaciones, constituye, hasta los días que corren en los anales olímpicos, la principal contribución de Ciego de Ávila en deportes colectivos, aunque por lo que representa la fiesta de los cinco aros, a todos los aquí mencionados les corresponde un pedacito del fulgor que emana de la gloria.