Lo que muchos creyeron, me incluyo, como medida de presión de los grandes clubes a la UEFA (Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol) para rentabilizar más ganancias de la Liga de Campeones, se vislumbra como nefasta realidad con el anuncio de la creación de la Superliga Europea..
Si el gran maestro del ajedrez Aron Nimzowitsch dijo en cierta ocasión que: “La amenaza es más fuerte que la ejecución”; los mandamases de este deporte decidieron ir un paso más allá en aras de independizarse de las decisiones del ente regulador.
La “cosa” no es nada nueva y la génesis de sus negociaciones se remonta a los despachos de los equipos con más caché del Viejo Continente a finales del pasado siglo. La intención de antes es la misma de hoy: sacar la máxima tajada del pastel de este negocio que mueve multitudes y más dinero que cualquier otra industria legal.
Las señales se han ido sucediendo de a poco, como para que no tomara a nadie desprevenido. Una de ellas la dio poco antes de su renuncia el expresidente del FC Barcelona, Josep María Bartomeu, al notificar la incorporación de la entidad al nuevo formato elitista. Tentación más que suficiente para aceptar ante la multimillonaria deuda del Barça ante años de mala gestión financiera y el negativo impacto del coronavirus a las arcas del club catalán.
Precisamente, la pandemia de la COVID-19 resultó, sin dudas, el catalizador ideal para oficializar la polémica propuesta. La ausencia de público en los estadios, la disminución de los ingresos por patrocinios y derechos televisivos han llevado a los clubes a un panorama agreste de arcas vacías, rebajas salariales, recortes de gastos… en fin, austeridad.
Por ello es entendible la búsqueda de una salida a la actual crisis, hasta ahí todo bien, lo negativo resultan las vías de alcanzar tal empeño, en una especie de naufragio del Titanic con botes salvavidas solo para los equipos más poderosos. La iniciativa de los hasta la fecha “12 fundadores” romperá el ecosistema del fútbol tal como lo conocemos hoy en materia de patrocinio, mercadeo, fichajes. Hará más grande a los gigantes y hundirá aún más a los chicos en una especie de ley Bosman al cuadrado, reforzando distancias entre unos y otros. De concretarse, todo augura el principio del fin de las competiciones nacionales, al menos en su esencia conocida.
El acceso a esta “liga semicerrada” se decidirá sobre criterios más arbitrarios e injustos que los vigentes en las competiciones europeas, ahí uno de los puntos que traen más resquemores, y razones no faltan. El mérito deportivo constituirá un valor venido a menos ante la preferencia de unos pocos elegidos.
Que el debate llegue a cambios necesarios, sin hacer el fútbol algo de unos pocos.
Posted by Fernando Palomo on Tuesday, April 20, 2021
Florentino Pérez y compañía con su Superliga Europea nos prometen mayor entretenimiento, audiencia, beneficios económicos, en una lucha entre equipos de similar nivel; pero en contra nos quita, tal vez, uno de los pequeños placeres de la vida y del deporte al apreciar paralelismos como el triunfo de la sardina sobre el tiburón.