Siempre sobre la cancha

maritza caballeroArchivo Era el décimo mes de 1975 y, a su modo, ella festejaba su onomástico en el transcurso de la justa de baloncesto que reunía a los mejores equipos femeninos del hemisferio en los VII Juegos Deportivos Panamericanos.

La chica de Ciego de Ávila fue utilizada como jugadora regular en enfrentamientos contra equipos de menos fuerza, Colombia por ejemplo, en lid donde actuó preferentemente como pieza de cambio.

Sobre la cancha del bello Palacio de los Deportes de la capital mexicana, el juego veloz y el gardeo a presión reportaron finalmente a las criollas la medalla de bronce. Nunca lo olvidaría, porque a la morena de un metro y 79 centímetros correspondería el mérito de ser la más joven avileña ganadora de una presea en Panamericanos. Tenía 17 años y tres días cuando fue premiada como integrante del elenco.

Un año después, sería figura clave en las filas de la renovada formación de la Perla del Caribe en el torneo preolímpico de Hamilton, Canadá, en busca del pasaporte para la cita veraniega de los cinco aros que, dos semanas después, se efectuaría en Montreal.

Liderada por la experimentada Margarita Skeet, Cuba no logró el objetivo, como años después rememoraría Maritza: “Fue una gran competencia que jamás olvidaré y en la que, por un pelo, se nos escapó el pasaje”.

Una década permaneció entre la crema y nata del baloncesto cubano, y lo más relevante, muchos años de entrega al de Ciego de Ávila, del que nunca se desligó. A Maritza Caballero Jova la conservaremos, incólume e invicta, en la memoria deportiva local, ahora que la pandemia intentó llevarla al rincón del olvido, el pasado sábado, como si la Campeona de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de Medellín, Colombia, en 1978, pudiera irse de ese modo.