Cinco futbolistas avileños fueron llamados a reforzar equipos para la segunda fase de la 104 Liga Cubana de Fútbol. Cinco, pero debieron ser siete. Ahora les explico.
Yasmani López y Aníbal Álvarez la Pera jugarán con el actual campeón, Santiago de Cuba; mientras que Ernesto Duanes y Jesús Rodríguez lo harán con Granma, y Yoan Carlos Casola con Camagüey.
Los otros dos con nivel futbolístico suficiente para hacerlo son Sander Fernández, Keko, y Tomás Cruz, quienes acaban de participar en la Liga de Antigua y que ahora se les negó poder seguir en competición futbolística.
La Federación Cubana alega que, amparado por reglamentos FIFA, ningún jugador puede estar inscrito en dos asociaciones nacionales al mismo tiempo, pero lo que sucede es que a ambos atletas, en ediciones pasadas, sí se les permitió jugar con el equipo Ciego de Ávila luego de cumplir en esa isla del Caribe.
Ya lo he dicho, aunque lo vuelvo a repetir: a los males del fútbol cubano (canchas en mal estado, calendarios muy reducidos, etcétera) se une otro que es una verdadera zancadilla: los que dirigen esta disciplina, al menos, en las últimas cuatro décadas, hacen más por desunir que para llevar por mejores caminos a un deporte que semeja la Cenicienta del movimiento deportivo cubano.