¿Quién fue el primer representante avileño a unos Juegos Centroamericanos y del Caribe?

Todo parece indicar que fue Ignacio Vázquez. Removemos la historia para intentar demostrarlo

Ignacio VázquezHistoria deportiva de mi nación/FacebookEl avileño, identificado con el número 31, a la derecha del campeónCuando probablemente a nadie se le hubiera ocurrido endilgarle a Ciego de Ávila el rango de provincia de Cuba, procedió la inscripción de nacimiento. Con letra pulcra el funcionario asentó los datos de rutina: Germán Ignacio Vázquez Alvarado, Ciego de Ávila, 11 de octubre de 1912, hijo de...

Los precursores, un capítulo olvidado

Casi 22 años después, un fenómeno hidrometeorológico sumía en ruinas a El Salvador en junio de 1934, de modo que la tercera edición de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe sufrieron un primer cambio en la fecha de celebración inicialmente prevista. El impacto de la naturaleza obligó a violar la frecuencia cuatrienal del certamen y, en definitiva, los atletas de la región debieron esperar al 16 de marzo de la temporada siguiente para que la capital salvadoreña abriera sus puertas a la fiesta multideportiva.

Pudo ser beneficiosa la posposición para Vázquez Alvarado. Con una temporada más en su currículo, sus resultados lo situaban a la cabeza del ranqin histórico de la impulsión de la bala en Cuba. El 21 de febrero había borrado de los libros el quinto récord nacional consecutivo de Juan Mendizábal, que ya se acercaba a su séptimo aniversario. Vázquez mandó la bola metálica de 16 libras hasta los 12.62 metros, registro que, desde La Habana, se erigía en mensaje de advertencia para los principales aspirantes al cetro en predios salvadoreños.

Casi un mes después, en la papelería de los Juegos apareció registrado como Ignacio Vásquez, con el número 31 entre los oficialmente inscriptos en los eventos de campo y pista, en total 147 competidores de ocho países.

Ante los principales oponentes del área, su mejor “balazo” recorrió 12.18 metros y le garantizó, el 18 de marzo, la segunda posición en la final, aventajado por el puertorriqueño y nuevo recordista de los Juegos Fernando Torres (12.84) y por delante del mexicano Raúl Urquijo (11.99).

Entre los concursantes que se dieron cita aquella tarde de lunes en el Estadio Nacional, también pugnó por el título otro cubano: Heriberto Alonso, quien terminó quinto con 11.29. Miguel Gutiérrez había sido eliminado en la jornada anterior, cuando quedó octavo con 10.47.

Brazos calientes los de Alonso y Vázquez porque, de a poco, habían salido del círculo de lanzamientos del disco —final programada apenas media hora antes—, cuando precisamente Gutiérrez revalidó la corona ganada en 1930 mediante cota de 38.83 metros que, si bien no superó su propio tope para los Centrocaribes, sí le sirvió para distanciarse 33 centímetros del mejor lanzamiento de Alonso, en tanto Vázquez anclaba en la sexta y última casilla de los pretendientes a las medallas con disparo de 32.75 metros.

En favor del atleta de Ciego de Ávila vale añadir que su versatilidad le permitió agenciarse otro sexto escaño en la disputa de las preseas en el lanzamiento del martillo, el 20 del propio mes. En dicha jornada campeó por sus respetos el mexicano Francisco Robledo, devenido bicampeón de la prueba con nueva marca de 43.52 metros, claramente separado del guatemalteco Juan Prera (39.08) y del cubano Bernabé Sánchez (38.38). Un día antes, Vázquez se había ubicado cuarto en la ronda de clasificación mediante un envío (35.26) que mejoró en más de un metro a la hora de la verdad (36.93).

Para definir al país ganador, el Comité Técnico de la lid había determinado otorgar puntos a los seis primeros por evento. Según consta en la Memoria oficial, editada por la Junta Nacional Panameña, organizadora de los Juegos, Cuba dominó el atletismo con 151 unidades, siete de ellas las aportó el avileño, único criollo enrolado en tres disputas en el área de lanzamientos.

• Consulte la Memoria oficial del evento aquí

¿Dónde aprendió Vázquez —o Vásquez, así aparece en una parte de los documentos consultados—, las más elementales nociones técnicas para descollar en las pruebas de lanzamiento? ¿Quién o quiénes fueron sus entrenadores? ¿Residía en Ciego de Ávila en el momento de su debut en los Juegos, o como casi siempre ocurría por aquellos años, había sentado cátedra en la capital? ¿Fue el primer representante originario del territorio avileño en concurrir a la fiesta multideportiva de la región?

Esas y otras interrogantes vinculadas a su desconocida figura aún no se las ha planteado la endeble historiografía del deporte local. Pero, en el afán de aportar más información, continuaremos investigando la participación de atletas avileños en eventos multideportivos.