En el terreno cementado del Auditorio crecen sueños y basquebolistas en la misma proporción
Al Chiqui lo “descubrió” mi colega Arley Puyol cuando investigaba sobre los cimientos de la enseñanza y práctica del baloncesto en Ciego de Ávila. Estaba en el Auditorio, siguiendo las indicaciones del profe Moisés Bravo, el verdadero “descubridor”. “Mejora la postura para el tiro, flexiona las piernas, mira al aro”, le decía.
Entre niñas y niños de su edad el Chiqui jugaba a ser basquebolista, aunque no le preguntamos si el sueño de su corta vida de 10 años será jugar profesionalmente.
Al profe Moisés Bravo eso no le preocupa demasiado. Según ha dicho, de ese grupo numeroso que cada tarde intenta encestar el anaranjado balón en un aro diminuto, apenas un par, cuatro o cinco, llegarán al escalón inmediato: la Escuela de Iniciación Deportiva.
Bravo ha estado haciendo lo mismo, es decir, ir cada tarde al Auditorio a enseñar los rudimentos de un deporte emocionante a niños que a lo mejor nunca llegarán a la Liga Superior de Baloncesto, los últimos 40 años. A veces puede que le pesen un poco los pies, pero nunca tanto como para dejar a sus chiquillos esperando.
De esa constancia salió el genio de Yoan Luis Haití, Michael Guerra y otros tantos, que dieron gloria a la provincia y, por lo mismo, hacen pensar en cómo se forma la continuidad de esas diez coronas.
A ello le dedicó mi colega Arley Puyol dos reportajes que puede leer en estas páginas, porque lo que pasa en el Auditorio no es regla, sino excepción.
Faltan canchas, entrenadores, jugadores y balones para sentirnos a salvo con el futuro del baloncesto avileño.
De momento yo le propongo disfrutar instantáneas de una de esas tardes en las que Chiqui, que en realidad se llama Antonio, encestaba sueños.
¿Quién duda que también están encestando sueños?
Primero, lo primero: un buen calentamiento
Y después ejercicios de dribling y dominio del balón
Niñas y niños entrenan juntos
Vamos, que de aquí sacamos Búfalos y Sirenas
El entrenamiento es la base para las competencias
Uno, dos, tres, ¡tira!
Esos segundos en el aire en los que se toca la gloria
Las leyendas comienzan aquí