Luis Robert Jr. llevó con honor el traje del Cuba en el Clásico Mundial de Béisbol
Después de tantas emociones, de ese cuarto lugar que parece primero, de constatar también cuanto odio puede causar el simple hecho de querer representar a su Patria, las declaraciones de Luis Robert Jr. son la confirmación más elocuente de que solo el amor engendra la maravilla.
Porque Robert, nacido en Guantánamo pero a quien vi formarse como atleta y ser humano en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) Marina Samuel de Ciego de Ávila, no lo pensó dos veces para decir que fue una experiencia hermosa el vestir el uniforme de las cuatro letras.
El asentado en Ciro Redondo durante su infancia y actual jardinero central de los Medias Blancas de Chicago en las Grandes Ligas (MLB), resumió en una respuesta todo lo que experimentó en cada juego: “Simplemente se sintió diferente porque, en el torneo, estás representando tu país y sabes que todo tu país te está viendo y apoyando. Fue la primera vez que tenemos este evento en seis años. Es algo diferente, y también lo son los sentimientos. El peso que tienes en tus hombros es más pesado porque se trata de tu país”.
Aquel jovencito, a quien uno de sus primeros entrenadores, el desaparecido Felix Molina, lo guió al estrellato como hombre y pelotero, quiso estar con los suyos. Y el periodista no puede menos que afirmar: Ni fue un delito decidir jugar en el mejor béisbol del mundo y mucho menos lo es ponerse el traje de su Cuba.