Ciego de Ávila sigue pariendo tigres (+Video)

Si ante un proyecto hay que quitarse el sombrero, por haberse mantenido dando fruto durante cinco años, contra todos los vientos y mareas, es ese al que, con tremendo cariño, la población ha denominado Tigrecitos avileños.

Con chipazo allá por el área de béisbol infantil de la escuela Águedo Morales, en figuras como Manuel Álvarez (conocido por Camión), pero concebida, estructurada y desarrollada con un enfoque científico y metodológico por el Máster Diorge Miranda Yero, la experiencia acaba de coronar su primer lustro y, por lo visto, no hay intenciones de parar.

“En ese tiempo —explica Diorge—, han pasado por aquí 387 niños, con edades entre los cuatro y seis años. La última graduación tuvo lugar hace apenas unos días, cuando despedimos a 27 cachorritos, cuya preparación les permitirá desenvolverse mucho mejor en las tres áreas especiales con que cuenta la ciudad, en caso de que todos puedan incorporarse a ellas, pues hay algunos problemas con los entrenadores allí.”

A la vista de cientos de personas que circulan, y en muchos casos se detienen, para apreciar los entrenamientos en el pequeño terreno construido a un extremo del Parque de la Ciudad, el proyecto ha logrado articular, de forma didáctica y entretenida, el desarrollo de habilidades motoras básicas en niños de edad prescolar, de acuerdo con los movimientos fundamentales del deporte.

Tal y como explicó en 2017 el propio Diorge, “no estamos aprovechando las potencialidades de los infantes en esa etapa. Hay un reduccionismo del juego físico por el uso excesivo del medio electrónico. Algunas áreas deportivas que reciben a niños para iniciar el aprendizaje del béisbol no tienen en cuenta las cualidades psicofísicas y muchos vienen con insuficiencias, porque no siempre la familia ha contribuido a prepararlos bien y, además, no todos los profesores dominan las precisiones en el orden teórico y metodológico”.

El progreso, a medida que transcurre el tiempo, es innegable. Lo aprecian especialistas o conocedores del tema y padres como Elisnay Hernández.

“Mi hijo Hanley no es, ni remotamente, aquel que comenzó aquí el 19 de mayo de 2016”, afirma con satisfacción, mientras evoca las vicisitudes que ambos enfrentaban en aquel entonces para trasladarse desde el municipio de Bolivia hasta la cabecera provincial, dos y tres veces a la semana, hasta que optaron por alternativas como la del alquiler de inmuebles.

Pero la vida suele premiar empeños como ese, y, ante la curiosa tentación de todos, el pequeño Hanley Hernández Aguilera se impuso, tras prolongado duelo de batazos, como ganador del derby de jonrones, durante la animada actividad que animó a la quinta graduación de los Tigrecitos.

Su caso no es único. Para quienes viajan con regularidad en el tren se hizo cotidiana la presencia de un joven matrimonio con dos niños: Christopher y Omar, de siete y ocho años, ahora, respectivamente.

“Vivimos en Ceballos y no te niego que trasladarnos hasta aquí es un esfuerzo grande. Salimos de allá alrededor de las 2:40 o 3:00 de la tarde, para coger el primer carro que aparezca. Luego regresamos en tren, cuando es posible, o por el punto de transportación. Pero ha valido la pena, porque mis niños han aprendido mucho e incluso Omar, que es asmático, hace rato que no entra en crisis”, explica Ladieiki Jiménez.

Casos como ese, el del pequeño Yadierki Matos, traído también desde Ceballos por Yanelis Zamora, o el de Leo, siempre acompañado por su padre, a quien todo el mundo llama Camagüey, confirman que el proyecto motiva, atrae e incorpora a pequeños y a sus familiares (con un rol determinante, estos últimos), a la vez que puede propiciar una estimulación físico motora favorable al béisbol y un desarrollo integral de todas las capacidades del niño.

Si no, pregúntenle a los padres del pequeño Yan Carlos Guerra del Pino, saltando de alegría cuando ganó la carrera de home a primera (3,53 segundos), o a Deivis Rodríguez Martín, vencedor de la vuelta al cuadro (12,68 segundos), o a Renson Gabeda Pérez, el que mejor tiro hizo desde el campo corto hasta la diana situada en la primera almohadilla.

O pregúntenle a la mamá de Rody Alejandro Sánchez, toda una estrella ahora en la categoría 11-12, gracias a este proyecto capaz de desatar las potencialidades internas de un niño hasta entonces cohibido.

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