Béisbol cubano: Augurios y realidades

A solo unos siete juegos de arribar a la mitad del calendario de la 60 Serie Nacional de Béisbol, el equipo Ciego de Ávila aparece a cinco juegos y medio de entrar en la zona de clasificación. Dicho así, no parece difícil, pero desde el prisma de las estadísticas, entonces si es necesario algo así como rascarse la cabeza.

Es verdad que un repunte, en unos 15 o 20 juegos, pudiera cambiar el panorama, pero también lo es que ahora mismo no son alentadores los comportamientos de algunos de los factores de juego.

• Así relato Invasor la jornada del jueves 

Los Tigres, por ejemplo, en cuanto a defensa marchan penúltimos —solo mejor que Las Tunas — y su pitcheo ocupa el puesto 14 con PCL de 6,19. A lo anterior se agrega que si bien con el madero promedian 305, los batazos no aparecen en los momentos claves.

Los de Yorelvis Charles jugarán durante sábado y domingo contra otro colista, Artemisa y es posible que la subserie con Pinar del Río, que estaba fijada para el estadio Capitán San Luis, tenga como escenario el estadio José Ramón Cepero, pues en la más occidental de las provincias cubanas han arreciado en los últimos días los casos de coronavirus.

Si lo anterior sucede, entonces serían 13 los partidos en forma consecutiva en que jugarían en casa pues luego tiene programado recibir en sus predios a Industriales, Isla de la Juventud, Villa Clara y Cienfuegos. Esperemos que puedan sacar partido de ser home club.

Del campeonato en sentido general, si bien entre los punteros aparecen conjuntos que hacen quedar mal a los especialistas, — por exceso o por defecto—, lo cierto es que la lid, desde el punto de vista de los augurios, atraviesa por la lógica de los pronósticos.

Un rápido análisis de los ocho primeros nos llevará a la conclusión que pudieran faltar en el listado dos escuadras de buenos resultados en la última década: Las Tunas y Ciego de Ávila. Y si observamos al segundo grupo de la tabla, entonces vemos que, al menos Pinar del Río, no aparece en la zaga, algo que tira por el suelo los cálculos de los “peritos” beisboleros.

De los vueltabajeros siempre se dijo que aunque su pitcheo era bastante sólido en comparación con la media del campeonato, también se sabía que la ofensiva iba a crearle no pocos problemas. Pero ni sus serpentineros han sido super brillantes (4,92) ni sus bateadores han sido “outs por regla” (285).

En cuanto a tuneros (303) y avileños (303) no había que ser ducho en la materia para pronosticar que sus bateadores debían imponerse en la contienda, pero pocos imaginamos que su pitcheo iban a ser “un manjar” para los equipos contrarios, pues por ejemplo, a los tiradores relevistas de Los Leñadores le promedian 339 y al de los Tigres 343. Agreguemos que ambas defensa son las peores de la lid.

Pero como escuché decir a un viejo cronista deportivo, “si todos los pronósticos se cumplieran, la mayoría de los torneos serían muy aburridos. No habría que jugar para saber los ganadores”.

No obstante, no olvidemos que la preparación de los equipos para esta serie resultó completamente atípica. Fue una necesidad, obligados por la pandemia, paralizar los entrenamientos en marzo y reanudarlos seis semanas antes de la voz de a jugar.

Es bien difícil poseer una varita mágica que mida la reacción de los atletas en determinados periodos, pero lo ya está demostrado es que, obtener la forma deportiva óptima, no es cosa de tener en cuenta unos cuantos ejercicios, un grupo de números o dos o tres gráficos de seguimiento. Unos las adquieren más rápidos que otros. El chirrín-chirrán de la competencia dirá la última palabra.