Una luz que encienda el alma

José Martí, guía político de la Independencia de Cuba, en el ejercicio del periodismo, apuntó sobre el arte 

jose marti Martí también ha sido inspiración para muchos artistas plásticos, como en esta pintura de 1943, de Jorge Arche, titulada José MartíLa impresionante obra de José Martí, excepcional escritor, poeta y periodista, entretejida con su quehacer como organizador político y revolucionario, revela también al amante de la pintura, a pesar de haber relegado su práctica profesional por otra prioridad: la libertad de Cuba. Precisamente, de entre su actitud de desposeerse de sí mismo, e inmolarse por su patria, emergen profundas y auténticas relaciones del sensible hombre con el arte.

En aproximaciones a obras artísticas en diferentes contextos, Martí abundó también sobre el compromiso del arte a través de asomos en sus impresiones escritas respecto a lo apreciado cual espectador crítico.

Apuntes que datan de 1879 muestran su elevado nivel de observación durante su visita al Museo del Prado, en Madrid, mientras se hallaba sufriendo la segunda deportación. De lo exhibido allí, le resultaron atractivas las creaciones de Francisco de Goya, a quien consideró uno de los principales exponentes del arte moderno. Especial identificación tuvo con toda la impronta goyezca: “He aquí un gran filósofo (...) un gran vindicador, un gran demoledor de todo lo infame y lo terrible. Yo no conozco obra más completa en la sátira humana”.

Asimismo, defendió la honradez, la necesidad de que la realidad fuera expresada de manera original a través de la honesta individualidad del creador, lo cual quedó plasmado en su valoración de El último día de un condenado, pintura del húngaro Munkacsy: “¡Ese es su Cristo. Esa es su extraña concepción de Cristo! (...) ¡La mirada es el secreto eterno del singular poder de esa figura! ¡La angustia y la aspiración se ven claramente en ella, y la resurrección y la existencia eterna! (...) ¡Estudió en su propia alma el misterio de la divinidad de nuestra naturaleza, y con el pincel y el espíritu libre, escribió que lo divino está en lo humano!”.

Destacan otras cualidades en esta arista del quehacer martiano que la distinguen y hacen clasificar como auténtica, tal es el caso del tratamiento tanto explícito como implícito de las funciones del arte.

Existen actitudes prevalecientes en la crítica sobre las artes clásicas, tal es la contundencia con que se manifestó el Martí educador, se valió de la exégesis y demostró comportamientos formadores al trasmitir diversas interpretaciones realizadas por creadores pertenecientes a diferentes culturas.

Con lenguaje sencillo y orientador, sirvió, fundamentalmente, a un público heterogéneo. Propuso al hombre conocerse a sí mismo y a los demás. Como excelente promotor, trasmitió a niños los valores acumulados por la humanidad a través de la historia. En el cuento: Tres héroes, de La Edad de Oro, la enseñanza a la infancia inicia con la estatua de Simón Bolívar y, al unísono, define su concepto de libertad. De ahí su constante y coherente criterio: “El arte (...) no es un producto aislado de una mente activa; sino el resultado de la común aptitud artística en constante ejercicio. En América solían rimarse ideas, más que sentimientos, olvidando que (...) el arte todo está en la emoción inesperada y suprema por donde en una hora propicia culmina una especie de emociones semejantes. Y se pierde la perla de tanta envolverla en conchas”.

Mientras residió en los Estados Unidos de Norteamérica, atendió aspectos artísticos, es decir, el arte se convirtió en un contenido usual a través del ejercicio periodístico, específicamente, en sus crónicas para diarios latinoamericanos. En este país, registró también la innegable monopolización del mercado del arte, por los galeristas Stebbins o Stewar, así como también el mecenazgo que despliegan, por ejemplo, las ciudades de New York, Boston, Louisville y San Luis a través del establecimiento de premios en metálico para los ganadores en acordados certámenes.

Su estancia en México le propició ciertas confrontaciones entre las pinturas del norte y el sur del Río Bravo, lo que generó escritos a favor de la pintura mexicana. No obstante, advierte las evidentes influencias del maestro español Pelegrin Clavé en los jóvenes pintores mexicanos de aquel momento, quienes exponían en sus realizaciones pictóricas con autenticidad lo americano: José Salomé Pina, Juan Cordero, Ramón Sagredo, Santiago Rebull y Joaquín Ramírez.

Cuando José Martí se acercó al mundo de los pintores impresionistas reconoció, prontamente, la validez de sus novedosos presupuestos pictóricos y registró desde entonces atinados criterios sobre los resultados de las constantes experimentaciones de Manet, Renoir, Pissarro, Monet y Degas. Indudablemente, el genio comprendió a los artistas aún postergados en el mismo contexto cultural que condicionó su origen: Francia.

Con legítimo estilo el crítico de arte se expresó a través del periodismo en incontables ocasiones, de las cuales afloran múltiples enseñanzas, tal es el encuentro con la exhibición de pintura del ruso Vereschagin, donde señala: “El alma ha de quemar, para que la mano pinte bien. Del corazón no ha de sacarse el fuego, y poner donde él un libro. El pensamiento dirige, escoge y aconseja; pero el arte viene, soberbio y asolador, de las regiones indómitas donde se siente. Grande es asir la luz, pero de modo que encienda la del alma”.

Por ello fue el excepcional hombre práctico y guía revolucionario, dialéctico genio que asimiló los entornos en que vivió.

Este crítico de arte, creador y revolucionario, detectó las diferencias entre el artista profesional y el aficionado y, sobre ellas, encauzó los análisis de los quehaceres plásticos. Atento al desempeño del creador consagrado desde cualquiera de estas dos posiciones, insiste en que “el talento, es deber de emplearlo en beneficio de los desamparados. Por ahí se mide a los hombres”.

Su benignidad se explica por la orientación de su actividad teórica hacia la educación porque, para él, la crítica artística no solo tiene como misión una búsqueda y promoción del talento, sino también una vía de formación y transformación del hombre y su contexto.