“La muerte, en fin, es una mancha en el muro que una tarde hemos mirado, sin saberlo, con un poco de temor”.
Eliseo Diego
La muerte, un ángel no deseado, en este último año ha arrebatado lo más preciado: la vida de nuestra gente. Con sumo pesar, nuestra Redacción recibió la noticia del deceso del director y dramaturgo avileño Yosvany Abril, este domingo, en la ciudad cabecera.
La cultura avileña pierde a uno de sus más prestigiosos hijos, aunque su legado en la compañía Polichinela pervivirá para siempre. No nos acostumbraremos a asistir a alguna puesta en escena sin mirar con nostalgia la obra imperecedera que se esculpe en eventos como Títeres al Centro, uno de los principales acontecimientos de teatro infanto-juvenil de la región.
Fundador de la filial avileña de la Asociación Hermanos Saíz, se desempeñó como vicepresidente en 1999. En ese período fundó el proyecto La Nada, con el que obtiene varios lauros a nivel nacional. En 2003 comienza como director de la compañía guiñol Polichinela.
Adaptaciones y puestas en escena como La carpetica de Yarey (2019), A las escondidas (2020), o los premios de actuación en la radio, el programa Cita; las presentaciones en los festivales Sin Fronteras, en 1999; Máscaras de Caoba, en 2006; Camagüey, en 2006; Máscaras de Caoba, en 2008; o la nominación al Caricato por la puesta en escena de la obra Ruandi, en 2006, son solo algunos ejemplos de su labor incansable.
Quedará en nuestra memoria un hombre con una agudeza extrema para crear teatro sin prejuicios, fuera de lugares comunes. Sencillo, alegre, inquieto, Abril será una de las obras de vida recurrentes cuando se hable de la mejor creación en las artes escénicas avileña y nacional. En sus familiares y amigos, en el colectivo de Polichinela, en el público que siempre admiró su creación, quedarán un ejemplo y un abrazo sincero.