Teatro callejero de paseo por Ciego de Ávila

D’ Morón Teatro dejó abiertas las puertas de la feria de arte popular

Cuando los artistas de D’ Morón Teatro se detuvieron en la calle Honorato del Castillo ningún carro se desgastó en acelerones, a pesar de que la “luz verde” de Independencia les cedía el paso. Con semejantes andariveles y par de zancos que elevaban la algarabía de los alrededores, los choferes fueron sorprendidos y en contemplación quedaron hasta que la compañía siguió el rumbo de su desfile.

Para entonces ya los acomodados del parque Martí se habían levantado de sus asientos y las señoras que intentaban comprar alguna bisutería en La Elegante dejaron a los merolicos “en visto”. Iban sumándose hasta los cuatro pepillos que, con desgano, hacían la cola en El Trópico, porque a las 3:00 de la tarde no solo es la hora en la que mataron a Lola, sino en la que no sacan nada en ninguna tienda. Y ellos, probablemente, solo entrarían a ver. Mejor ─pensarían─ estaba la tropa de Orlando Concepción: gratis y de estreno siempre.

Payasitas comiquísimas que hacían reír solo con su andar tropeloso y esa vocecita chillona que se imponía por encima de la música de algunos establecimientos, sacada en bafles a la escena bulevareña. El hombre tragafuegos que volvía a dejar a los pequeños boquiabiertos, como si fueran a tragárselo ellos.

Las estatuas vivientes, tan inamovibles que cualquiera podría recostarse con confianza. “Empújala a ver”, gritó un niño desde la ¿inocencia? y ni una sonrisa le sacó a la estatua humana. Primero se adosaron a las puertas del hotel Rueda, luego llegarían hasta el parque infantil, donde las autoridades posaban con caras de quienes solo disfrutan del arte.

Así transcurrió la tarde de este martes. El teatro se iba a las calles y, tras su paso, llegaban admiradores. Si hacía falta que el eco de alguna feria de artesanía se escuchara aquí, esta sería su mejor voz y reflejo.