Soy un soñador, pero no deja de ser el Teatro, lo Primero

Quizás el número 30 para muchas personas no tenga un significado singular, pero para Oliver de Jesús Hernández Jiménez y Teatro Primero, hoy esa cifra connota vida, sacrificio y un sinnúmero de compromisos para continuar la labor artística. Y es que hoy, 17 de octubre, esta compañía teatral cumple un trienio de creada y las razones para celebrar son infinitas, porque se dice fácil y, aunque suene trillada la frase, definitivamente no lo es tanto.

Oliver de Jesús Hernández JiménezOliver de Jesús Hernández Jiménez, director de Teatro primero—Oliver, ¿cómo fueron los primeros pasos de Teatro Primero?

—Juveniles y llenos de ansias de actuar. En la década de 1980 existía en Ciego de Ávila el Conjunto Dramático que después pasó a llamarse La Colmena. Nosotros nos desprendimos de esta organización, pues comenzamos a tener visiones diferentes acerca de la actuación.

“En los primeros años surgió un proyecto al cual llamamos La Valla, el inicio de Teatro Primero. Nos unimos María Teresa Pina, René Companioni, Leisy Morell, Giraldo Alfonso, Orlando Alberto Hernández y yo. Analizamos las diferentes corrientes teatrales que había en el país e imbricamos nuestra experiencia en el Conjunto Dramático para ir creando nuestro sello.

“Nos identificamos con las comedias de Lázaro Rodríguez Paz, y varios talleres de superación que impartió Vicente Revuelta nos ayudaron mucho en la teoría.”

“El 18 de octubre de 1986 surge la Asociación Hermanos Saiz (AHS) y nos insertamos como un proyecto muy comprometido desde entonces con el trabajo comunitario; a esta organización le debo mis inicios, su apoyo fue incondicional.”

—¿Qué significó el surgimiento del Consejo Nacional de las Artes Escénicas en Cuba para este grupo?

—En ese entonces Raquel Revuelta fue seleccionada como directora de la institución y se aprobaron, en 1989, los proyectos ya instaurados, como el de nosotros; y decidimos, el 17 de octubre de 1989, ponerle al grupo Teatro Primero, como constancia de nuestro compromiso con esta profesión; desde entonces esa ha sido nuestra prioridad. Incluso nos identificamos aún con aquel lema que repetíamos en cualquier lugar: “El que no pierde de vista la meta, aunque camine muy lentamente, va siempre más veloz que el que va errante sin objeto”

Grupo Teatro primeroEl matiz de la comedia que ha intentado mantener el grupo durante décadas se ha puesto de manifiesto en obras como Desnudo de Humor, de Eleuterio González, Tello

—Fuiste uno de los fundadores de la Caminata Cultural Cruzando la Trocha, en 1992, el primer evento nacional de la AHS, ¿cómo fueron esos primeros años?

—Allí se potenció nuestra afinidad con el teatro comunitario. Nos afianzamos con Ángel Lázaro Sánchez (Barquito), en ese momento presidente de la AHS y otro gran soñador, e íbamos haciendo actuaciones por todas las zonas intrincadas del recorrido de La Trocha, con la mochila y los atrezos al hombro, y con machetes y guatacas en mano para limpiar los monumentos. Y aunque después construimos también una historia de monólogos y teatro de sala, el arte callejero nos atrapó.

—Aunque es difícil priorizar, ¿pudieras seleccionar momentos de tu trayectoria que hayan marcado pautas imprescindibles?

—Sin lugar a dudas, el recuerdo de nuestra primera obra montada es importante, la cual fue ¿Cuánto me das marinero?, de Carmen Duarte. También recuerdo mi primer monólogo, La casa de perro, que me dio a conocer como dramaturgo.

“El primer premio nacional nunca se olvida, porque te da la dimensión de que estás realizando algo importante, sales de tu provincia y de repente, en La Habana, obtienes siete premios. Eso fue en 1995, en el Festival de Monólogos Segismundo, con Elogio de la locura, una adaptación de la obra literaria de igual nombre del autor holandés Erasmo de Rotterdam, realizada por Pascual Díaz. Ese momento nos dio la seguridad y fortaleza para continuar con nuestro trabajo.

“Con Pelusín, el frente infantil que creamos, tuve varios momentos de gran satisfacción, entre ellos el premio que obtuvo la actriz Maylín Cabrales, con la obra Tejiendo un cuento, un espectáculo basado en los libros La noche, de Excilia Saldaña y El espantapájaros y los pájaros, de Dora Alonso. Sucedió en el 2007, en el Festival Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes, en Guanabacoa. El día de las premiaciones obtuvimos siete premios, pero el que más me alegró fue el de mejor actriz, el de Maylín, con un monólogo que logró hacer suyo.

Teatro primeroAunque Nuestra Señora de París ya no figura como una obra dentro de repertorio de grupo, en su momento marcó pautas dentro del teatro callejero, y la versatilidad de Maylín Cabrales como actriz

“También el Festival Máscaras de Caoba me impregnó grandes emociones. Ya habíamos participado en tres ocasiones y en la cuarta, en el 2010, presentamos La Tempestad, donde nos regocijamos con siete galardones, incluyendo el gran premio, los cuales están en este momento en el Museo Provincial Coronel Simón Reyes, como parte de la muestra del mes dedicada a nuestra obra.”

—¿Consideras que en el ámbito laboral posees deudas contigo mismo?

—Hoy Teatro Primero cumple tres décadas, pero yo personalmente llevo 46 años vinculado a las artes escénicas y no me voy a perdonar nunca si dejo de soñar. Por eso no me conformo con las condiciones constructivas de la sede de nuestra compañía, las cuales son deplorables, y espero en algún momento tener un local digno para seguir haciendo teatro y entonces, tener muchos más compromisos que me inciten a continuar soñando.