Seilyn Hernández: "La Loma de Cunagua fue mi primer paisaje"

Voluntariamente, habló de todo menos de sí misma: de que tenía a la niña enferma y debía estar pendiente del teléfono, de que después de la entrevista la esperaba una pintura a medias en la sede de la UNEAC, y de que había tenido que ir a la escuela porque le ponían la pañoleta a los niños y ella cantaba en un coro.

Para que asumiera que le tocaba el papel protagónico y dejara la sencillez a un lado, primero tuvo que remontarse al momento exacto en que se dio cuenta de que debía dedicar su vida a las artes plásticas: su niñez.

Así supe que se llama Seilyn Hernández Pereira, tiene 26 años y es madre de una niña de tres. Vivió la infancia con su abuela, maestra en una escuela rural, en la Loma de Cunagua, y se hizo paisajista porque de niña pintaba todo lo que veía, y los paisajes de la loma fueron su primera inspiración.

Aunque los dibujos y las acuarelas eran una pasión especial, ella cantaba, practicaba deportes, y era tan inquieta que su abuela nunca quiso ser su maestra. Años después, paradójicamente, uno de sus cuadros, titulado Calma, un paisaje que invoca la quietud del espíritu, resultó premiado. Pero de eso hablaremos después.

Su camino en las artes comenzó tras prepararse con la ayuda del pintor Jorge Báez, ya viviendo en Morón, para las pruebas de la academia de artes plásticas. Desafortunadamente, haber sido desaprobada le hizo cambiar la estrategia, y como su determinación estaba puesta en el arte, luego de graduarse de la Secundaria Básica, entró a la Escuela de Formación de Instructores de Arte Manuel Suárez Delgado (Ceballos 7).

Cuatro años tardó su formación, labor que hoy compagina con la creación artística y la maternidad. Su triple ración de responsabilidad no le impide ser buena en las tres cosas. Sus estudiantes han ganado reconocimientos y méritos, como en el concurso nacional de dibujo De Donde Crece la Palma, que premió a una niña de su escuela.

No obstante, sus inquietudes no terminan con el deseo de inspirar y guiar a otros. Así que desde hace un año el artista plástico Leonides Lazo, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Morón, brinda talleres a Seilyn y otros instructores de arte, inquietos como ella.

Gracias a este trabajo, confiesa haberse sobrepuesto a varias trabas, materiales y espirituales.

"Me he impulsado hacia lo que sueño para mi vida gracias a Leonides y mis ganas de hacer, porque dispongo de los materiales que nunca había tenido para crear, y he aprendido cosas que me quedaron pendientes en mis estudios. Me hubiera gustado que me enseñaran a trabajar con el óleo, la fotografía, el grabado y otras técnicas que no cursé en la escuela, y ahora supero todo eso."

Esa determinación pareciera impulsarla de la escuela a la UNEAC cuando no tiene mucho trabajo, de vuelta, a la escuela con los dedos manchados, al círculo infantil a recoger a su niña, y de allí a la casa, para repetir todo el proceso al día siguiente. "Es difícil, porque un cuadro no se hace en un día, y requiere mucha concentración."

Por suerte, también le ha valido el premio colateral del Fondo Cubano de Bienes Culturales en el Salón Regional del Paisaje René Rodríguez  por su obra Calma, y la enorme gratificación de exponer 14 piezas en la galería Hugo Cortijo, de Morón. Por causa de su sencillez natural, confiesa haberse sorprendido bastante cuando escuchó su nombre en la premiación, pero sonríe orgullosa al citar la exclamación de su niña, que encuentra "muy bonitos" los "dibujos" de mamá.

Cuadros, paredParte de la exposición Ecolor, de la autoría de Seilyn, en la Galería Hugo Cortijo, de Morón

Ecolor involucra obras de detalles y naturalezas muertas, motivadas por la orquídea, el girasol y otras flores cubanas, pero responde al deseo de plasmar las muchas y bellas escenas silvestres que esconde la Isla, y la tradición de rebeldía de los campos cubanos, que se le metieron en la sangre a Seilyn desde muy niña y le forjaron la vocación.

A eso se deben los mogotes, los arroyuelos, las cascadas y los amaneceres de su exposición. Ella ya nació paisajista, porque el destino puso un paisaje cubanísimo ante sus ojos de niña; y lo que hace ella ahora, no es más que prestarnos los ojos y devolver el gesto.