CeliaUn hombre para quien la crítica, el humor, la literatura, el arte y la cultura en general, no tienen cerco; a pesar de que no pertenezca aún a la filial avileña de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Servando Carvajal Moreno, figura avileña reconocida por su labor como escritor, con más de 70 años de vida fue homenajeado con la dedicatoria de la última Feria Internacional del Libro en el municipio de Morón.
—¿Cómo llegaste a interesarte por la literatura?
—Mi padre carpintero y pintor rotulista de profesión, me acercó desde muy pequeño a las grandes figuras del arte y la literatura, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, pero también a José Martí. En la escuela recuerdo que un maestro habanero, en cuarto grado, me presentó a Edmundo de Amicis, con su Corazón, y quedé impactado. Luego llegaron otros, como Mark Twain con Las aventuras de Tom Sawyer y Antoine de Saint-Exupéry con El principito.
“Cuando me inserté en la brigada Conrado Benítez hice una especie de diario de campaña y ese fue el primer encuentro con mi letra de escritor.”
—Eres nativo de Punta Alegre, municipio de Chambas, donde residiste hasta hace menos de una década. La presencia del mar es un elemento recurrente en tu obra que abarca más que cuentos…
—Como chambero al fin, tengo un profundo sentido de pertenencia con mi terruño y toda su cultura. El mar está dentro de mí, nací y crecí con toda esa inmensidad, me apasiona; pero la lucha del hombre en su medio es otra temática que abordo con frecuencia y también lo relacionado con la guerra. Fruto de estas inquietudes fueron los libros: En la ruta de Cassinga, Proa al sol y Salina vs Yeso, una tradición parrandera de mi pueblo. Con el paso de los años he diversificado los géneros literarios que utilizo, también trabajo la crónica, sobre todo humorística, el testimonio, la novela.
—Conozco que has publicado en disímiles boletines culturales municipales y culturales, en el semanario Palante, en las revistas Somos jóvenes, Cuba Internacional y Videncia...
—También dirigí el boletín crítico del sindicato azucarero de Máximo Gómez, por espacio de 25 años; colaboro desde hace 3 años con el boletín del taller humorístico La Espuela, de la filial de la UNEAC en Morón, al cual pertenezco. Además de tener trabajos en varias antologías, fui corresponsal voluntario del periódico Invasor durante varios años, desde 1983 y en su sección cultural especial Imágenes.
—Si tuvieras que escoger menos de 10 escritores que te hayan incentivado en tus inicios literarios, ¿cuáles serían?
—Considero que los grandes: Ernest Hemingway, Gabriel García Márquez, Honoré de Balzac, Sthendal; Enrique Núñez Rodríguez, Leonardo Padura, Ciro Bianchi y, por supuesto, José Martí.
—Actualmente ¿en qué empleas tu inagotable energía literaria y qué tienes en fase editorial?
—Asesoro dos talleres literarios, La Espuela y otro en el preuniversitario Joaquín de Agüero, de Punta Alegre, porque, aunque nadie es profeta en su propio pueblo, como dice el refrán, yo sigo al compromiso con mi tierra. Presenté a Ediciones Ávila un libro de crónicas humorísticas titulado “Estampas de un pueblito cangrejero”, que, aunque se ha encontrado con varias trabas, espero vea la luz pronto. Estoy recogiendo anécdotas humorísticas por varios municipios, para realizar otra compilación y tengo un libro en fase de terminación que ya nombré “Sexo, amor y otros designios”.
cortesía del entrevistadoCon solo 14 años Servando fue uno de los adolescentes cubanos que marchó a la Sierra Maestra al iniciar la Campaña de Alfabetización.—Sé que vives tu vida al límite, o mejor dicho, apresurada, bajo el pretexto de que seguro la muerte te va a llegar un día antes, y, por eso, intentas concretar bien rápido y eficazmente todos tus proyectos; no obstante, dime algo que te quede por hacer.
—Una novela situada en la etapa actual desde mi óptica crítica social, económica y cultural. El protagonista sería un abnegado trabajador del azúcar, jubilado a fines de los 90, que ostenta un sacrificado recorrido laboral, entiéndase fiel participante en los trabajos voluntarios, guardias obreras y movilizaciones. El personaje comienza a experimentar graves conflictos pues vive de su chequera y ya un pan con croqueta no cuesta 15 centavos y una cerveza 60 centavos. Él no se adapta a una sociedad que se desborda de vendedores o, mejor dicho, revendedores, donde abunda la vagancia, los juegos de azar y centros nocturnos que se cobran a 50.00 CUP per cápita para ver a un reguetonero entonando “canciones” obscenas.
“Creo que le impregnaría a esta obra una elevada dosis de realismo mágico, humor negro, irritabilidad, ironía. Describiría la diferencia económica existente entre ese personaje, que trabajó realmente durante toda su vida, y esa otra parte de la sociedad que vive del invento, pero vive bien.”
—Inquietudes más allá de la escritura; háblame de Videncia.
—Exactamente, esa es una inquietud para mí; yo tenía en esta revista una sección literaria, Pasando la nota, y de forma personal me encuentro orgulloso del producto editorial, pero hace varios meses dejó de publicarse, y no puedo creer que sea, precisamente, porque nadie puede asumir la directiva de esta.
“Otra preocupación pudiera ser el camino escabroso e irregular de nuestra cultura, pues los gustos actuales de las nuevas generaciones, sus preferencias, me preocupan. Y algo que no puedo dejar de mencionar, el devenir parrandero de mi municipio natal me inquieta, pues cada año se deteriora más, a pesar de haber sido declaradas las parrandas del dentro del país Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el apoyo institucional es deficiente.”
— Para concluir, ¿qué significación tuvo para ti que te hayan dedicado la XXVIII edición de la Feria Internacional del Libro en Morón?
—Ha sido una verdadera sorpresa que la segunda ciudad más importante de esta provincia lo haya hecho; pero, a su vez, me entristece que no haya sido Chambas, municipio de donde han salido prácticamente todos mis libros, porque hace solo 8 años que vivo en Morón. No quita que este gesto haya sido un magnífico regalo por mis casi 50 años tratando de hacer literatura: Morón me ha recibido como a un verdadero hijo.