A propósito de desarrollarse la XXX edición de la Feria Internacional del Libro en Cuba, muchas personas se preguntan: ¿Se ha perdido el libro y su lectura con el desarrollo cada vez más creciente y constante de los medios digitales y audiovisuales?
No faltan quienes argumentan que es cierto que los volúmenes impresos tuvieron su momento de esplendor en Cuba allá por los años 70 y 80 de la pasada centuria y que luego hubo una recaída, desde el punto de vista económico, claramente asociada al desmoronamiento del campo socialista y a la situación de período especial en el país.
Pero ahora, ¿podemos decir que van hacia la cima de manera indetenible porque apreciamos variada cantidad de títulos en librerías, bibliotecas y ferias?
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Sucesivas generaciones forjamos nuestras vidas al calor de las obras impresas, y aun así ocurre, por lo que resulta de gran importancia que el país dedique una parte de sus recursos a la edición de ejemplares inéditos y a la reimpresión de otros títulos conocidos, pero agotados por la alta demanda de la población.
Realizamos anualmente —salvo los dos años anteriores, por la pandemia— ferias internacionales, en las que además de invitar a un país para que muestre su literatura y parte de su arte, exponemos nuevas y viejas obras literarias de Cuba y el resto del mundo.
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No son pocas las acciones que se derivan para contribuir a formar lectores comunes entre los adolescentes y jóvenes, con frecuencia encontramos en las aulas a estudiantes que solo leen la bibliografía que recomienda el profesor y no se motivan por otro libro, aunque dispongan de tiempo para leer una novela, un cuento, un poema, o para charlar sobre un nuevo título.
Entonces, ¿se puede adquirir cultura si nos mantenemos a espaldas de las creaciones artístico-literarias? Pienso que no es posible de ninguna manera, en ellas se guarda el mayor tesoro cultural de la humanidad, especialmente la lectura de textos impresos permite concentrarse más y recordar mejor lo que se ha leído, además imaginar una realidad.
El Dr. Guillermo García Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología explica que “la lectura es una de las actividades más beneficiosas para la salud, puesto que se ha demostrado que estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales” y al cerebro le resulta más fácil elaborar mapas mentales al leer textos impresos que digitales, ya que puede obtener una idea de conjunto a través de los sentidos.
A mi criterio los libros han demostrado a lo largo de la historia que son el pilar más importante de la cultura humana. Una de las creaciones más relevantes del ser humano. Aparecen como una de las formas más comunes de registro de datos, información y otros elementos que en definitiva hacen a la identidad del ser humano como parte de la civilización.
Para los profesores, bibliotecarios, editores y personal que trabaja directamente con los textos es fundamental trazar estrategias encaminadas a defenderlos no solo desde el punto de vista material sino, también, desde el espiritual, para lo cual es necesario consolidar el hábito de lectura y darle promoción a los textos impresos para despertar el interés por ellos.
Evitar que se maltraten, destruyan, mutilen, o cambien de lugar —no siempre para mejorar el acceso a los ejemplares—, resulta también primordial para incentivar el hábito por leerlos o consultarlos, en un ambiente que facilite la concentración y el esparcimiento.
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El libro es capaz de transportar a una persona a otra época, estimula la imaginación y la creatividad, mejora los procesos cognitivos como la concentración y la atención, mejora la comprensión de relaciones entre las cosas y la formación de conceptos.
Una buena lectura genera un aumento de vocabulario en el lector, transmite conocimientos y permite que la sociedad conozca las ideas de un creador incluso después de su muerte, contribuye a la adquisición de cultura, a crear y fortalecer convicciones y valores,inculcar conocimientos, hacernos vivir y conocer hechos y lugares insospechados.
El atractivo y el tiempo de la lectura de los ejemplares se han reducido irreversiblemente, sin embargo los que leen, encuentran tiempo y forma para hacerlo, rescatemos los libros y su lectura.
En el acto de clausura del Congreso de la Federación Nacional de Obreros del calzado, tenerías y sus anexos, el 8 de septiembre de 1960, Fidel reflexionaba: “Conviene no solo la lectura que no sea solo entretenida, conviene también la lectura que nos enseñe, aunque tengamos que prestar atención; no debemos ser lectores solo de cosas que son muy entretenidas, y quedarnos sin saber nada de los demás”.
No permitamos que la vida moderna conspire contra los libros en formato impreso y lo que ellos representan, admitir que estos sean suplantados de modo absoluto por los medios digitales y audiovisuales sería una derrota.