Premio David para escritor de Ciego de Ávila

El joven escritor Damir Molina Lorenzo ha merecido el Premio David 2019 auspiciado por la UNEAC, en el apartado de Cuento.

Era de esperar que un joven como Damir Molina Lorenzo fuera laureado en la convocatoria más importante para autores inéditos en Cuba, el Premio David, que convoca la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Y digo de esperar pues no es el resultado del azar, sino de la constancia que ha mantenido durante todos estos años de formación. Con el cuaderno de cuentos La colina y la piedra, se alza como uno de los ganadores, junto a Giselle Lucía Navarro Delgado, con su poemario Criogenia.

El jurado, conformado por Olga Montes, Frank David Frías y Alberto Guerra Naranjo hizo constar en acta, según el sitio web de la UNEAC, que la obra presentada por Molina era “un cuaderno equilibrado, sin didactismos petulantes, con una mezcla de inteligente cotidianidad y alta cultura, lenguaje y situaciones que nos alejan del aburrimiento, en los que confluyen la parodia, el desencanto y el optimismo, sexo entre dos, entre tres, y una mirada diferente a las modas literarias de la isla”.

El joven narrador cuenta a Invasor sobre cómo llega a esta premio: “Hace unos cuantos años que ‘intento’ hacer literatura, he recorrido varios de los talleres que se hacen en la provincia, aunque no hago vida social en el gremio. Soy egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en 2012, y, luego de ello, me inserté en el taller que se realizaba en la Casa de la Cultura José Inda Hernández de la capital provincial”.

La obra de Damir ha estado marcada por la vivencia de su gente, de los conocidos, incluso, de las historias que escucha en la calle. Define su producción literaria como “realista”, haciendo guiños necesarios al legado del realismo soviético que, en los años 70 y 80 del siglo pasado, estuvieron tan de moda en la Isla.

Nos cuenta, además, que hace mucho tiempo que estaba conformando el cuaderno y que “casi casi es por encargo”. Los retos asumidos en el taller Santa Palabra, dirigido por Eduardo Pino, le hicieron escribir sobre la muerte, el amor, el desamor, de una manera distinta, con otros matices. Es por ello que el Premio David llega como colofón a otros eventos en los que ya venía obteniendo tantos: Primer Lugar en los Encuentros Debate Provinciales de Talleres Literarios (2015 y 2016). Premio “Ernest Hemingway” de Cuento 2016, convocado por la Casa de Cultura Olga Alonso de San Miguel del Padrón y el Museo Ernest Hemingway, Finca Vigía, con “Al infierno sometido” y finalista del Encuentro de Escritores Latinoamericanos Soanne, en Santa Clara donde compartió con otros jóvenes de la vanguardia literaria en el país como Marta Acosta y Rubiel González Labarta.

Molina Lorenzo, según su propia definición, es un incansable buscador, con inquietudes constantes que lo mueven a escribir sobre lo que ve y, sobre todo, a ser perseverante con lo que hace. “Soy ingeniero en Telecomunicaciones y con esa misma habilidad de hilvanar técnica e inteligencia intento, de esa misma manera, hacerlo en la literatura. Luego de escribir algo, lo doy a leer a mis amigos y si a ellos les gusta, pues tengo buena parte garantizada. Con este cuaderno veré mi primer libro y, como muchos dicen, será mi primer hijo.”

Por nuestra parte queda la felicitación y el aliento a que siga construyendo mundos desde la palabra y, por si fuera poco, siga ofreciendo su más genuinas palabras convertidas en lauros y regocijo para nuestra provincia.

El Concurso David, creado en 1967 a propósito del décimo aniversario de la caída en combate de Frank País (de quien toma su nombre de guerra), busca reconocer la obra de autores inéditos y estimular la calidad de la creación literaria en el país. El premio consiste en la publicación de las obras ganadoras en Ediciones Unión y un premio en metálico de 5000 CUP.

Autores imprescindibles de la bibliografía cubana han merecido el Premio David, entre ellos Senel Paz, Luis Rogelio Nogueras, Lina de Feria, Marilyn Bobes, Sigfredo Ariel, Ana Lidya Vega Serova y Guillermo Vidal.

Fragmento de “La colina y la piedra”

“Todos siempre pactamos con el dolor. Sísifo, la colina y la piedra. Cada uno de nosotros arrastra una roca hasta quién sabe dónde. A veces varias. Igual yo tengo las mías. Esta soledad que me consume hace años y de la que no sé escapar, los kilómetros, horas de vuelo, que me separan de mi hijo, el sufrimiento de ver envejecer a mi madre, junto a mi hermana, casi del otro lado de la ciudad. Jorge ya arrastró la suya lo suficiente, Aunque, tal vez solo la ha cambiado por otra, más o menos pesada, que ahora tendrá que subir y dejar caer desde la cima de una nueva montaña.

“Julia echa una ojeada alrededor y hace una seña a su hijo Rubén, que se acerca, la abraza y realiza una llamada, luego, desde su teléfono celular. Ella se voltea y regresa a la capilla. Un siete de color blanco y una flor se dejan ver en el cartel con fondo gris que hay sobre el marco de la puerta. Siete son también las gradas del Purgatorio de Dante, donde se expían los pecados capitales.”