Patrimonio vivo: Ciego de Ávila honra su memoria en la Gala Ornofay 2025

En una velada marcada por la sobriedad y la profunda cubanía, el Centro Provincial de Patrimonio Cultural reconoció a quienes dedican su vida al rescate y conservación de la identidad avileña

Durante la noche del 19 de diciembre, la colonial fachada del Museo Provincial Coronel Simón Reyes Hernández, incluida su concurrida arteria pública, se transformó en escenario de memoria y de celebración. Allí, en la edición 26 de la distinción Ornofay, Ciego de Ávila rindió homenaje a quienes han consagrado su existencia a preservar el patrimonio cultural de la provincia, en una ceremonia que conjugó rigor histórico y sensibilidad artística.

El acto, originalmente previsto para el 29 de octubre —víspera del 448 aniversario de la demarcación del Hato de Ciego de Ávila—, tuvo que posponerse debido a la compleja situación epidemiológica y el peligro inminente ante el paso del huracán Melissa. Lejos de restarle solemnidad, la espera pareció dotar al evento de una emotividad particular.

Una ceremonia de arraigo y autenticidad

Desde el inicio, la velada artística exhibió un sello distintivo: la sobriedad como lenguaje estético. Sin estridencias ni artificios, cada momento escénico fue concebido para dialogar con la esencia de lo avileño, de lo cubano. Los conductores Alberto Fernández Pena y Yudeisi Viera Miranda guiaron el programa con naturalidad y respeto por la solemnidad del momento, permitiendo que fueran los homenajeados y las manifestaciones culturales quienes ocuparan el protagonismo.

La apertura con los poetas repentistas Gualberto Domínguez y Yenier Delgado estableció el tono: la palabra improvisada, ese arte mayor de la cultura popular cubana, como puerta de entrada a una noche dedicada a honrar tradiciones. La décima, género poético tan nuestro como las palmas reales, recordó que el patrimonio no habita solo en museos, sino en la voz viva del pueblo.

Música que cuenta historias

La vocalista Oristela Pérez Betanzos, acompañada del trovador y guitarrista Héctor Luis de Posada, interpretó Pensamiento del legendario Ángel Rafael Gómez Mallea, Teofilito. La pieza, página musical de proyección internacional nacida en el universo trovadoresco espiritano, fue ejecutada con la delicadeza que exige una obra de tal linaje. En esos acordes se condensaba medio siglo de tradición trovadoresca, esa capacidad única de la canción cubana para contar la historia desde la intimidad del sentimiento.

 artistas

Pero fue el son —recién declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO— quien protagonizó uno de los momentos de mayor intensidad artística. El quinteto Cuerdas y Voces del Llano interpretó El paralítico, mientras la pareja de baile integrada por Ariel Martínez Rubens y Miriam de la Caridad Águila Cabrera, del Conjunto Folclórico Zama, del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, desplegó la gracia y el sabor del baile tradicional cubano. No fue simple espectáculo: fue lección de identidad. Como se dijo esa noche con certera síntesis: “El son no es solo ritmo, es cubanía”.

El reconocimiento a los guardianes de la memoria

El momento central de la velada llegó con la lectura del acta del jurado por Doralis Nuez González, directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural. Con voz firme y emocionada, expuso las razones que sustentaban cada distinción, resultado de un análisis exhaustivo que reconoció méritos y trayectorias dedicadas al rescate patrimonial.

La primera distinción Ornofay fue otorgada a Martha Elena Lorenzo Rodríguez, museóloga del Museo Municipal de Baraguá y máster en Ciencias Pedagógicas. Su más de medio siglo en la enseñanza de la historia, su labor investigativa sobre el devenir sociocultural del municipio donde reside, y su designación oficial como historiadora municipal, avalaron un reconocimiento que trasciende lo individual para celebrar el magisterio como acto de resistencia cultural.

El segundo galardón fue para las parrandas El Gallo y El Gavilán del municipio de Chambas, que este año celebran su 90 aniversario.

Declaradas patrimonio cultural inmaterial de la nación cubana, y reconocidas por la UNESCO en 2018 como parte de las parrandas de la región central de Cuba, estas festividades representan la expresión viva de una cultura popular de profundo arraigo comunitario. Honrar las parrandas es honrar la capacidad del pueblo de crear belleza colectiva, de construir identidad en la fiesta compartida.

La obra Imagen de un colibrí, realizada por el estudio taller de vidrio Daluz de Camagüey, fue entregada por la presidencia del acto, la directora del Archivo Histórico Provincial, la directora provincial de Cultura y el director del Museo Provincial, incluido Edián García Mursulí, coordimador de Programas y Objetivos del Gobierno del Poder Popular, en un gesto institucional que subrayó el carácter oficial y el consenso en torno a estos reconocimientos.

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Un viaje por la historia avileña

A lo largo de la velada, el guión elaborado por el historiador José Martín Suárez —con la asistencia de José Luis Villa Urrutia— trazó un itinerario por la historia local, desde aquel 30 de octubre de 1577 cuando se delimitó oficialmente el Hato de Ciego de Ávila, hasta el presente de luchas y conquistas culturales.

Se recordó cómo, tras la fundación de Sancti Spíritus en 1514, las tierras del cacicazgo de Ornofay pasaron a formar parte de su jurisdicción, y cómo los pleitos territoriales hicieron necesaria esa demarcación que dio nombre y entidad jurídica a estas tierras llanas y feraces. Se evocó la importancia estratégica del territorio durante la Guerra de los Diez Años, cuando la trocha de Júcaro a Morón fue escenario de heroísmo independentista. Se subrayó el significado de la constitución del Ayuntamiento el 25 de marzo de 1877, recordando la frase martiana: “Del municipio no se ha de decir mal, porque el municipio es la raíz y la sal de la libertad”.

Y se celebró la diversidad que ha enriquecido la identidad avileña: chinos, jamaicanos, haitianos, italianos, árabes, todos aportando su impronta cultural a ese gran ajiaco que es la cultura cubana, como dijera don Fernando Ortiz.

El cierre: fiesta y tradición

La gala concluyó con la presentación de la solista Cari, la Carismática, quien interpretó El cuarto de Tula, ese clásico del son cubano que siempre provoca el aplauso y el movimiento. Inmediatamente después, una representación de las parrandas del Gallo y del Gavilán —flamantes acreedoras de la distinción Ornofay— llenó el espacio de color, música y alegría popular, demostrando por qué estas tradiciones han pervivido 90 años y merecen ser reconocidas como patrimonio de la humanidad.

Bajo la dirección artística y general de José Félix López Paso, cada elemento escénico fue hilvanado con criterio estético: no hubo excesos, no hubo vacíos. La velada fluyó con la cadencia de quien conoce el valor del ritmo y la pausa, de la palabra precisa y el silencio necesario.

Al despedirse, los conductores convocaron a la cita del próximo año, ratificando que la distinción Ornofay es mucho más que un premio: es un compromiso generacional con la memoria, un pacto entre el pasado que nos funda y el futuro que construimos.

En tiempos donde lo efímero amenaza con borrar las huellas de identidad, ceremonias como esta nos recuerdan que hay quienes dedican su vida a preservar lo que nos hace únicos. Martha Elena Lorenzo Rodríguez, las parrandas de Chambas, los trovadores, los soneros, los repentistas: todos son eslabones de una cadena de resistencia cultural que hace de Ciego de Ávila una provincia con memoria viva.

Porque, como se respiró esa noche en cada acorde y en cada palabra, el patrimonio cultural no es cosa del pasado: es presente que late, es futuro que se siembra, es identidad que se celebra y se defiende.

Otras celebraciones de la noche

La velada también conmemoró los 80 años de la constitución del grupo arqueológico Caonabo de Morón, reconociendo su valiosa labor de investigaciones arqueológicas y paleontológicas en la región. Asimismo, se celebró la declaratoria por la UNESCO del son cubano como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, acontecimiento que, como se expresó durante el acto, “honra y enaltece a la cultura cubana”.