Noelia Bermellón ha conseguido como pocos personajes hacerse famosa en solo unas cuantas veces al aire, y el público ha llegado a odiarla o amarla irreconciliablemente.
Ya la vimos en acción durante el Making of del programa El motor de arranque, donde conquistó los aplausos del público y entonces pareció que daba para mucho más. Supongo que ese fue el punto de partida para pensar un espacio en la pantalla chica que “dura lo que puede” y al que nadie ha permanecido ajeno.
A estas alturas, las redes sociales en Internet son un fuego cruzado de opiniones entre seguidores y detractores, donde unos ven un guion elaborado y actuación refinada, otros critican su rol, la voz estridente y no le encuentran sentido a la sátira que sirve de hilo conductor en cada salida al aire.
En La hora de Noelia no hay palabras soeces, estereotipos sexistas o chistes que denigren a minorías (negros, gordos, pinareños, homosexuales), tampoco la risa deriva de la dimensión sexual de las relaciones humanas. Si se quiere podemos calificarlo como un modo diferente de hacer humor, el cual se aleja de la vertiente más costumbrista y popular.
Esta propuesta dirigida por Mónica Crespo, con guion de Osvaldo Doimeadiós, se mofa de los modos de hacer productos comunicativos, de la superficialidad de las entrevistas, de las poses frías y encartonadas de los conductores y locutores, de las preguntas absurdas que maquillan entrevistas donde se habla de todo menos de lo importante. Precisamente, en esta suerte de metalenguaje radica su valía y originalidad.
No hay nada dispuesto al azar: se cambia de ropa y de pelucas, y se regodea en el brillo y las lentejuelas al más puro estilo de una diva esperpéntica; utiliza un léxico que desconoce como sinónimo de grandilocuencia; y exagera la articulación, la risa y la gestualidad, como si de eso dependiera la empatía o estuviese asegurada la telegenia. Concordemos en que es una crítica hilarante de todo lo que no debe ser, pero que tristemente pasa detrás de la pantalla y desde este lado más de una vez hemos señalado con el dedo.
Noelia es un personaje caricaturesco que en su construcción tiene tanto de humor como de trabajo dramático; por eso, pone en escena un guion complejo sin que uno pueda imaginar cuán difícil es memorizar el texto y hacerlo fluir.
Ridiculiza su rol priorizando las trivialidades antes que el conocimiento, y el de sus entrevistados con preguntas descabelladas. Con Otto Ortiz conversó sobre pizzas, confundió a Maurín Delgado con Maikel Amelia, interrogó a Yasbell Rodríguez sobre la cantidad de tela necesaria en cada emisión de Sonando en Cuba, y parodió a lo grande el programa De la gran escena.
Faltan sólo unas horas para que comience La Hora de Noelia, un programa de 20 y pico de minutes, donde exponemos lo más...
Posted by Noelia Bermellón on Saturday, September 18, 2021
No digo que sea para morirse de la risa o que todas las emisiones sean para deleitarse de principio a fin, pero hay un superobjetivo bien construido y mujeres como protagonistas de una propuesta de humor interesante, pues no olvidemos que también está Venecia Feria con un papel para nada despreciable. Cuando menos, esto es una ganancia que se agradece en medio de una esfera cultural que parece privilegiar al sexo masculino.
Ya se ha dicho: ¿cuántas féminas hacen humor hoy en el país y mantienen espacios fijos en las pantallas o shows en centros nocturnos?, incluso cuando pensamos en algunos personajes duraderos, casi siempre se trata de hombres que se travisten y asumen este rol, como es el caso de Margot, interpretada por el propio Osvaldo Diomeadiós. Bien pudiera tratarse de falta de oportunidades y no de talento, aunque, de cualquier modo, la balanza se inclina en lugar de equilibrar.
Quienes han visto más allá de lo obvio y del absurdo que propone La hora de Noelia tampoco han sido rotundos en sus opiniones. Me refiero a periodistas y críticos como Paquita de Armas, Joel del Río, Ivón Peñalver y Miguel Moret.
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Con ellos coincido en que el programa debe mejorar la sinergia entre cada uno de los segmentos que lo componen, que tiene el reto de enfrentar diversos tipos de público por estar ubicado en la parrilla de programación en día y horario estelares, que el resto de los personajes que están en el set deben acabar de cuajar e integrarse con la dramaturgia propuesta, que la banda sonora apenas se ha explotado, y que sería bueno salir de la entrevista de personalidad para adentrarse, por ejemplo, en géneros como el comentario o el reportaje, con tal de ampliar el espectro comunicativo de Noelia.
No me atrevería a usar el término humor inteligente para calificar a La hora de Noelia y concluir luego que por eso unos se ríen y otros la detestan. Creo que solo existe un tipo de humor: el que se hace bien y provoca la carcajada sin miramientos, echando manos de los propios recursos y técnicas de esta manifestación.
Sin embargo, siempre habrá quien disfrute donde otros apaguen el televisor, y, como ya se ha sentenciado en las redes sociales, “a Noelia la amas o la odias”. No hay términos medios. Suscribo: soy de las que se ríe con la “imberbe, impertérrita e inexorable” presentadora, aunque creo que todavía debe y puede ser mejor.