Nelsito o el demiurgo endemoniado

La imaginación es la única arma en la guerra contra la realidad.
Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll,1951)

cartel peliculaCartel de la película  El mundo de Nelsito es la película encantadora que todo cubano merece ver. Nos retrata en esencia y en actitud, y cumple con el objetivo inicial, trasladado del teatro, de ser reflejo de nuestra realidad objetiva. Debemos verla porque se ríe de aquello que no tendría por qué ser risible y, para el cubano, sí lo es, más allá del concepto de humor negro y otras teorías.

Al cubano le gusta la “labia”, pero solo para impresionar, armar su propio teatrico del consuelo y ampararse en sus desgracias y venturas, para continuar la vida que ha decidido tener, pese a todas las dificultades. Creemos firmemente en el choteo, como nos advirtiera un día el gran Jorge Mañach. Lo hacemos con la total libertad de nuestro credo, desde cualquier posición.

Pero esta cinta, que no va por esos lares, no deja de estar anclada en ellos, porque la risa de una platea en la escena en que Paula Alí “acaricia” a los niños y les suelta una grosería, que quizás solo entendamos en Cuba, es una manera de chotear y de reírnos de lo que no deberíamos. Por respeto a nuestros mayores, por respeto a nuestros niños. Porque en ese solo acto de cubanidad pudiera estar explícito que en esta Cuba de ahora se han perdido valores humanos, asunto nada sano ni reconfortante. Es una realidad palpable, preocupa; sin embargo, soltamos la carcajada casi al tiempo que pensamos, “que otro resuelva el problema”.

Después de Madagascar (1994), Suite Habana (2003), y de Últimos días en La Habana (2016), es una de las películas de Fernando Pérez que más equilibrada veo en cuanto al tratamiento de esa amalgama entre lo real y lo maravilloso de nuestra realidad en un contexto artístico. Porque tiene de cronista de una sociedad y, al mismo tiempo, de fotógrafo de un mundo fantasioso con base en esa misma realidad.

La realidad que nos cuenta es aplastante y juega con los resortes del realismo sucio. En consonancia, y no en contrapartida, lo onírico de los mundos de Nelsito ni siquiera rozan la fantasía más edulcorada, solo son la otrora realidad que no han dejado de aterrizar en esta tierra pródiga en palmas y hospitalidad. Recordemos lo que la fantasía hace por nosotros como esa especie de escapismo de nuestra cotidianidad y mundo contemporáneo.

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Es un filme hermoso, lógico y contado de una manera no líneal, pero que no se convierte en laberinto donde necesitemos del hilo de Ariadna para llegar a su desembocadura. Porque las historias contadas tienen una progresión dramática consecuente y se sostienen por su propio peso.

En ese sentido, el binomio que realizara junto a Abel Rodríguez para la elaboración del guión, funciona y aporta una riquísima trama repleta de situaciones extremas, pero de fácil aceptación. Porque se presentan con una naturalidad y un sentido de la lógica tan apoderado, que no se necesita dudarlo.

Dramas verificables, como han de ser los dramas humanos. Porque a cualquiera de nosotros nos puede suceder y, de hecho, nos sucede. La broma de unos niños que desemboca en la muerte de una anciana; el accidente de un adolescente; la sobrecarga emocional y de roles de una madre soltera; matrimonios mal llevados y otros asuntos, están reflejados aquí con tal naturalidad, que no hay espacio para no creerse ni un solo detalle por muy fantasioso o delirante que resulte.

Así las va construyendo el propio Nelsito. Personaje que se me antoja una especie de demiurgo endemoniado, que tiene antojos, creatividad, y disfruta con ello. Pero que pudiera tener su alter ego en Yanelis, esta niña que, por momentos, no pareciera seguir la línea recta y está en todas partes, y es todas partes y que pudiera desaparecer si a Nelsito se le ocurre mover un dedo.

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Posted by Luis Raul Vazquez Muñoz on Monday, March 27, 2023

Nada nuevo hay bajo el sol. De paralelismos está colmado el mundo de las artes. Así viene a mi memoria la delirante El laberinto del Fauno (2006), de Guillermo del Toro, que también consigue narrar de manera mágica estos universos paralelos, como vías de escape. Y tantos otros ejemplos.

Fernando Pérez lo consigue desde la realidad no tan maravillosa, aunque sí distinta, y que se me antoja “otra”, porque tiene las maneras de nuestra sociedad, pero un poco alejada, como si se tratara de otra realidad.

Y en este sentido, la condición autista de un adolescente de 16 años, como lo es Nelsito, no le permite tener los pies sobre la tierra. Palpar una realidad y sentirla como tal, aunque no posea las herramientas para expresarla debido a su propia naturaleza.

No obstante, es consciente y necesita cambiar lo que vive, sus impedimentos, sus angustias, y vivir apegado a una línea, para que su zona de confort no peligre. Su condición no le permitirá interactuar con la sociedad, pero no lo hace invisible en ella ni la convierte a ella, en la nada que está por todas partes.

Por ello, quiero creer en que la sonrisa en ese rostro de José Raúl Castro tiene los asomos de inocencia, y, al mismo tiempo, de pillo, choteador a lo grande. Sabe que allá afuera existe un mundo real que quiere conquistar y descubrir, transformarlo.

La duda o la interrogante inmortal, se me antoja, también, como protagonista de este filme. Los límites entre la realidad y lo que no lo es, pueden ser muy finos y casi imperceptibles. ¿Quién dice que son reales la escapada de Nelsito y el posterior accidente? En una peli donde el elemento lúdico es fantasear e ir mostrando otra realidad, cualquier cosa puede ser cierta, ¿o no?

Mención oportuna, con aplausos incluidos, merece la dirección de actores y cada interpretación de estas mujeres, ya icónicas, del cine cubano: Paula Alí, Isabel Santos, Laura de la Uz... Es un filme hecho para ellas, no para Nelsito. Las que sostienen el mundo sobre sus espaldas son ellas. Desde el histrionismo magnífico, una proyección dramática coherente y creíble. Orgánicas y bellas. Poderosas y con lucidez extrema.

Paula Alí, siempre carismática. Laura de la Uz desdoblada y tan real. Isabel Santos, presumida y potente; delirante y magistral. Yerlín Pérez, creíble, increíble. Mario Guerra, veraz, versátil.

¿Otra protagonista?: la fotografía de Raúl Prado. Ella nos remite a otras películas de Fernando Pérez y el genial Raúl Pérez Ureta (1942-2021), pero tiene su propia visualidad. Y nos encanta, porque los primeros planos, muy a tono con el deseo de plasmar la espiritualidad de Nelsito, sobre todo, además de ser un plano elocuente, arrastra una estética presumible.

La luz, típica de la filmografía de Fernando también es imprescindible. Aunque es una luz que no ciega, sino que acompaña. Porque su contrapartida, la noche, está presente aquí, como poderoso símbolo muy fácil de explicar.

El mundo del Nelsito, podría verse como esa metáfora escapista que muchos utilizamos para aliviarnos, de algún modo, del estrés cotidiano, sea cual sea nuestra condición humana y el pedacito de historia que nos toca vivir. Somos parte de un entramado social del que nacemos “humanos” y somos devueltos como “cubanos” y, con ello, más susceptibles y rebeldes.

Como una Alice in Wonderland, Nelsito escapa del mundo que cada uno de nosotros, también, ha ayudado a construir. Por lo tanto, ¿ese mundo es real o fantasía? ¿Y Nelsito?