La luz que en tus ojos arde

Nuestro fotógrafo se ha dejado encantar por los tintes del atardecer

El fotógrafo espera paciente la hora en la que la luz exhibe toda su teatralidad. Ha estado recorriendo la ciudad y mentalmente hace marquitas, unas cruces diminutas para volver, luego, sobre sus pasos.

Ensaya, incluso, los posibles encuadres, imaginando cómo se verían esas ramas, gajos inconexos que le parecen solo ruido.

¿Y estas torres, a qué cielo se conectan? ¿Y este hombre, pesca para sí o porque sí? ¿Y esta línea recta, será que no se bifurca? ¿Y estos caminos, adónde llevan?

Sabe que no tendrá mucho tiempo; apenas unos minutos de un dorado intenso, a ratos rojizos, que terminarán muriendo en la más inexorable oscuridad. “La oscuridad es la sangre de las cosas heridas”, decía Borges. Todos los días lo mismo: muere la luz y se enseñorean las sombras.

El fotógrafo está ahora de frente al ocaso y le pide a su vieja cámara que no le falle, que sea fiel al fuego breve del cielo, a la parsimonia de las últimas aves en las ramas desnudas, que le permita apresar ese último instante, el último vuelo, enmarcarlo para después, cuando la noche se trague todo vestigio de luz.

Y aprieta el obturador.

puestaLa calle abierta como un ancho sueño hacia cualquier azar. (Jorge Luis Borges)

puestaAquí el atardecer inventa una roja pedrería, una constelación de luciérnagas. (Vicente Gerbasi)

puesta¡Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla en el atardecer resonante y muriendo! (Pablo Neruda)

puestaTe envidio, hombre que pasas en el atardecer. (José Ángel Buesa)

puestaY ella irá de tu brazo para toda la vida, y abrirá las ventanas en el atardecer. (José Ángel Buesa)

 puestaLa luz va declinando en apagarse lento y ya en el horizonte muere el atardecer. (Marilina Rébora)

 puestaEn el incierto ocaso la tarde mutilada fue unos pobres colores. (Jorge Luis Borges)

 puestaAmor de atardecer, ¿por qué extraviado camino llegas a mi soledad? (Dulce María Loynaz)

puestaMiraba hacia las tardes caer tranquilo el día. Y era un ángel posible, hacia el atardecer. (Líber Falco)