La jubilación de un Santo

El fin de la vida laboral para Santos García Simón se hizo coincidir con la entrega del sello Aniversario 60 de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

Les parecerá mentira a todos los que lo conocen, a sus colegas, a sus vecinos, a sus familiares, que Santos García Simón se jubila. Este viernes, cuando no lo vean entrar por la puerta de la casona de la UNEAC, todavía habrá quien se pregunte si le ha pasado algo.

Después de 58 años entregados sin interrupciones a la Cultura, Santos, que así lo llamaron siempre (incluso Santico), ha puesto una pausa en su ajetreo diario de camisas y guayaberas sin arrugas, de su andar pausado, de su voz baja como quien no se permite, ¡jamás!, interrumpir…, pero está por ver que pueda honrarla a cabalidad.

Hay un post en Facebook del presidente de la filial avileña de la UNEAC, Alberto Fernández Pena, que reseñó brevemente lo inusual de este jueves de jubilación. En íntima ceremonia, unido al cese de sus funciones, le llegó en bandeja el sello Aniversario 60 de la vanguardia artística cubana y un reconocimiento de la Dirección Provincial de Cultura. Leyendo su hoja de vida ─y los comentarios de elogio adosados al final─, uno se da cuenta de que no fue gratuito el gesto.

Santos se lo ganó con creces, así como cualquier otro lauro que mereciera en el pasado, y, aunque no son horas estas de rememorar desencuentros (si los hubiera, por lógicos y naturales), tampoco diremos que fue el calco de su nombre, para evitar confusiones. La Cultura merece un santuario, pero la hacen las mujeres y hombres.

Rápido y mal apuntaremos aquí la síntesis de esa hoja de servicios: Director fundador de la Dirección Provincial de Cultura en Ciego de Ávila, 1976; creador del sistema institucional de la Cultura aquí; mente maestra detrás de la muy extrañada Feria Nacional de Arte Popular; director del Circo Nacional de Cuba; entusiasta promotor de cuanto evento naciera a la sombra de las instituciones culturales; especialista de atención a personalidades en la UNEAC avileña; referente obligado y memorioso para cualquier asomo a la historia cultural de esta comarca.

En los comentarios de ese post, mediante el cual nos hemos enterado de que Santos se retira, pueden leerse decenas de felicitaciones sinceras y concisas, y, también, el trazo nostálgico y ceremonioso de quienes compartieron con él más que una reunión ocasional.

Dice Orlando Pino Amores, director de la Empresa Musicávila: “gracias por su confianza y sus consejos”, y claro que se entiende a la perfección lo que significan para quienes tienen el deber de continuar y mejorar una obra. Dice el fotógrafo Jesús Calaña: “también mi gratitud, fue quien me inició como trabajador de Cultura en el año 1981”, y habrá que ir a preguntarle al mismísimo Santos si ya adivinaba la cosmovisión del entonces joven Calaña. Dice Evileidis Vigo: “merecido reconocimiento, recuerdo la gran atención que le brindaba al movimiento de artistas aficionados y a los instructores de arte”.

• Otras muestras de cariño en los comentarios de esta publicación 

Homenaje a nuestro Santos Simón García, en los jardines de la Uneac Ciegodeavila por sus años aportando al desarrollo de la cultura en el territorio #CiegodeAvila #CubaEsCultura

Posted by Uneac Ciegodeavila on Thursday, October 13, 2022

Él mismo le comentó una vez a este periódico que “el papel de los instructores de arte fue decisivo en el acompañamiento al movimiento aficionado y en las transformaciones acaecidas en el sector. Fuimos los segundos en el país en crear la brigada de instructores de arte XX Aniversario Rubén Martínez Villena, debido al gran número de escuelas existentes en los campos y la necesidad de responder a esta explosión artística. La tarea era declararlos módulos culturales por contar con un coro, una banda musical y grupos de danza, música y teatro”.

Santos García Simón no fue solo un “cuadro” y su vida una retahíla de reuniones, informes o decisiones administrativas. Al hombre que ayer se jubiló le caben muchos epítetos, si se quiere grandilocuentes.

Él dirá que no, que era un deber.