Este martes, en la mañana, el Teatro Principal de Ciego de Ávila acogió a uno de los proyectos de La Colmenita, como parte de la gira que realiza por todos los municipios de nuestra provincia.
Desde tempranas horas, el público avileño esperó en el exterior del inmueble para disfrutar de la versión femenina del espectáculo El velorio de Tío Tigre. Y la espera no fue en vano, tanto niños como adultos agradecieron, con merecidos aplausos y carcajadas de satisfacción, la obra compartida.
Los visitantes habituales de este teatro añoramos un montaje escenográfico más complejo, quizás con cortinas de paisajes campestres, acorde a la temática de la obra. No obstante, el atrezo y el vestuario que trajo consigo la compañía siempre le otorgó un poco más de colorido al tabloncillo.
El plato fuerte, como era de esperar, fue la actuación de los niños, cuyas edades oscilan entre los 5 y 16 años, aunque Eliecer Matos, de tan solo un año y medio, sorprendía al público con cada una de sus apariciones. Las adecuadas posturas, proyecciones y la correcta dicción, fueron algunos de los elementos que sobresalieron en escena, y destacan los incontables esfuerzos de profesores e instructores.
Un espectáculo con variedades musicales y danzarias propias de nuestra identidad: la salsa, el son, la rumba y el guaguancó, por solo citar algunos géneros, confluyeron en escena.
El Productor general de La Colmenita, Armando Ledesma, que participa de este recorrido por Ciego de Ávila, apuntó: “Este proyecto contribuye a insertar socialmente a todos los niños, en él todos son iguales, todos son pequeños artistas. Descubren sus talentos y los desarrollan con la ayuda de los profesores y todo el equipo técnico. La Colmenita fomenta la formación de valores humanos en los pequeños. Gracias al colectivo de padres que acompaña al proyecto, el resultado hoy es inmenso, y sobre todo gracias al zángano mayor, Tin Cremata, quien, al fundar La Gran Colmena, nos abrió las puertas a todos.”
Es que La Colmenita se aprecia, exactamente, como una gran familia, donde niños y padres trabajan en conjunto en función de un producto artístico. Así lo evidencia Reinier Acosta, encargado de la percusión, pero, sobre todo, el papá de los actores Manuel Antonio e Isabella Acosta Alcaide, esta última de tan solo cinco añitos y, aun así, se enfrentó a la interpretación de varios personajes.
Wendy Fuente Ramos, una de las fundadoras de este proyecto, que funciona desde hace seis años y radica en el Taller de Romerillo, auspiciado también por Kcho, el artista visual cubano contemporáneo, explicó que la visita a Cunagua, el primer día de la gira, los hizo sentir como en casa.
“El ambiente fue muy acogedor, y el intercambio con La Colmenita del municipio de Bolivia nos encantó, aprendimos mucho de ellos, incluso, una canción venezolana que nunca había escuchado. Ellos tienen tanto o más talento que nosotros, y lo bueno de esta gira es poder intercambiar lo mejor de cada uno, y crecer en talento y amistad.”