Todo parece indicar que los avileños cerramos 2021 e iniciaremos el nuevo año con teatros cerrados y desvencijados. Sin embargo, no han llegado a este punto de deterioro en un par de años, ni podemos cargarle las culpas a la COVID-19. Desde mucho antes la falta de mantenimiento o las malas intervenciones constructivas sedimentaron los daños.
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En el teatro Principal el yeso decorativo del techo ha caído sobre las lunetas, hay vigas de madera deshechas, paredes descorchadas, cortes eléctricos y cabillas en la flor de la estructura. Su reparación, a tono con los nuevos precios, costaría alrededor de 21 millones de pesos.
El tabloncillo del Abdala está carcomido y para continuar abriendo las puertas cada fin de semana los muchachos de Polichinela pusieron un pedazo de zinc y lo cubrieron con madera y alfombras. Mientras que la sala de ensayos Trapisonda, ubicada en el antiguo Ávila Cinema, desde hace 13 años espera por ser transformada.
Pero lo que ha sucedido con el Iriondo duele más adentro. En 2017 se gastaron alrededor de 300 000.00 pesos en su reparación y quedó listo para abrir sus puertas. Ahora, faltan 14 000.00 CUC en medios básicos y son pocas las esperanzas de que vuelva a ser lo que era.
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