Editorial: Felices “lugares comunes” de la prensa cubana

Toca a la prensa encaminar”, decía un joven José Martí de apenas 22 años en la revista mexicana El Universal, el 8 de julio de 1875, al abordar las elecciones en ese país y los graves sucesos en Monterrey. “La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo”, insistía.

Parecería un lugar común volver al Apóstol un siglo y medio después para completar el sentido de este 14 de marzo, en que se celebra la prensa cubana y su summum: Patria. Pero acaso la historia de la nación está preñada de felices “lugares comunes”, aunque algunos pretendan trastrocar significados, tergiversando disyuntivas y simplificando o desconociendo desafíos.

Explicar. Debe tener la prensa cubana una vocación primigenia por buscar y exponer con las palabras precisas la explicación de las cosas. Mirar una, dos, tres veces los hechos; sumar voces, enfoques. No sirve al pueblo la prensa que solo enuncia, que solo presenta, y luego se desentiende de las causas y razones, de las implicaciones y consecuencias de los sucesos.

Enseñar. Con belleza y rigor, ampliando horizontes. Conjugando teoría y práctica con la meta en el lector, el televidente, el radioyente. Echar mano, como los buenos maestros, de todos los ejemplos y las experiencias que redondeen una idea. Siempre las ideas.

Guiar. En un contexto de sobreproducción de noticias y de diversificación de emisores, corresponde a la prensa cubana ir delante proponiendo, investigando, esclareciendo. De cierta manera, dirigir, sin que el concepto derive en visión instrumentalizada del poder de las palabras y las imágenes, teniendo siempre presente ese sambenito de manipulación y herramienta de influencia con el que no pocas veces se arropa al Periodismo.

Tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado”, concluía nuestro Martí. Porque no se concibe una prensa desprovista de la crítica, esa que no muerde ni persigue, “escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean”, sino que ama y, por lo mismo, “señala con noble intento el lunar negro, y desvanece con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella”.

Este 14 de marzo, mientras Cuba repite su suerte de navegar a contraviento; mientras los desafíos se multiplican y los agoreros se reúnen en concilio para diseñar nuevas vueltas de rosca; mientras la verdad, a veces, se torna inasible por dispersa, toca a la prensa de este país volver una y otra vez a los “lugares comunes” señalados por un jovencito de 22 años, hace casi uno y medio siglo, porque las esencias no solo caben en el ala de un colibrí, sino que, a despecho del tiempo, no pierden lozanía.