Del concepto a la cerámica

La producción de cerámica en Ciego de Ávila intenta renovarse con el influjo creativo de jóvenes artistas, a pesar de las limitaciones económicas

Podría pensarse que la técnica de la cerámica por milenaria o autodidacta redunda en simple, que el principio para la obtención de las piezas es básico, y que lo utilitario es, en esencia, anterior a lo estético.

Pero como cualquier extremo es dañino, habría que reconocer que darle molde a las ideas es también un binomio de poesía y oficio, donde lo estéticamente bello y lo funcional convergen bajo la experticia de artesanos y artistas, que no renuncian a la posibilidad de mostrar con el barro o la arcilla los más acabados conceptos y diseños.

Si, además, tenemos en cuenta que una taza, un jarrón y hasta un plato decorativo, son demandas crecientes del mercado cada vez que llega una feria o cuando las vidrieras de las tiendas de artesanías lucen desabastecidas, hay que agregar a la ecuación, al menos en suelo cubano, la importancia de trabajar con eficiencia cuando se trata de producciones en serie, la constante experimentación con la materia prima, que no siempre es la idónea, y la obsolescencia tecnológica.

Bajo estos términos el Taller de Cerámica, adscrito a la filial avileña del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), asume el riesgo de la renovación y apuesta por cambiar la visualidad de las piezas, luego de varios años sin sorpresas en el stand creativo.

Mucho antes de llegar a este punto, debieron sopesar los altibajos de 2020, que obligó a innovar con la utilización de la pasta mayólica, material de importación que no solo encarece el costo final de las obras, sino que tiene características diferentes a la habitual pasta gres.

Entonces fue necesario estudiar cómo dosificar las proporciones para lograr la amalgama perfecta en los moldes de yeso, la fragua pasó de horas a días, y comenzaron a reutilizarse los residuos, luego de ser tratados en un molino artesanal.

Las tensiones económicas las explica también el director del taller, Heriberto Martínez Fernández, con el dato de que el pasado año, de un plan inicial de 22 000 piezas y alrededor de 210 000 pesos, las cifras se reajustaron y con el esfuerzo de cada trabajador se recuperó el tiempo perdido por la interrupción laboral ocasionada por la COVID-19. El centro fue rentable y se cumplieron todos los compromisos de entrega, aunque no dio tiempo para más.

A estas alturas, tan importante como cumplir con estos indicadores económicos ha sido insuflarle nuevos aires a la producción cerámica, lo cual pasa por el filtro de ponerle ojos de artista a cada etapa del proceso.

De eso se encarga Luis Enrique Milán Boza, quien desde el mes de septiembre se sumó al colectivo como tecnólogo y, desde entonces, no ha dejado de pensar en nuevas posibilidades tipológicas y funcionales.

Sus afanes también se han concentrado en sumar voluntades para transformar este centro en lo que siempre debió ser y ya se había olvidado: un espacio para que los creadores materialicen sus obras. Hasta la fecha, ha “convencido” a otros tres voluntarios para lo que pretende ser un proyecto sólido. Estamos hablando de Jeosviel Abstengo, Roberto Ávila y Osiel Cordovés, quienes, sin renunciar a los motivos que han signado su trabajo, apuestan por la cerámica esmaltada para concretar una exposición que venga a poner en el mapa cultural avileño la producción del Taller en vínculo directo con los artistas.

Para ellos es un reto lograr un producto que, aun cuando no surge esencialmente para ser exportado, tenga la calidad suficiente para inscribirse dentro de la nueva dinámica de ventas que sustenta el FCBC.

Por el momento no hay un nombre definido, pero sí bocetos y cuatro piezas que pudieran ser cabezas de serie, en las que convergen la visión subvertida de íconos y deidades religiosas que ya Milán mostrara en Tarde para no creérselo y Zona sagrada, la obsesión de Jeosviel por mirar la vida desde la óptica del delito y lo marginal, las figuraciones y elementos suigéneris de Roberto Ávila, y la fuerza emotiva de Ossiel.

 CerámicaLas piezas de la futura exposición dan continuidad a los motivos característicos en la obra de cada artista

Dicho rápido y preciso, con esta fusión ganan todos, desde las artes visuales que se enriquecen en la provincia hasta los artistas que pueden proyectar su obra desde esta dimensión, demostrando que sí se puede imbricar lo utilitario y lo expresivo, y que una pieza de cerámica dice más de lo que muestra.

Osiel Cordoves Pino, artista avileño, creando en el taller de cerámica del FCBC#AuténticaDiferencia #CubaEsCultura

Posted by Fondo Cubano de Bienes Culturales de Ciego de Ávila on Wednesday, August 12, 2020