En el momento en que la danza se convirtió en patrimonio casi exclusivo de los clientes que visitan la cayería norte de Ciego de Ávila, el tono de su ausencia se hizo más agudo de este lado del pedraplén, donde hemos quedado a la espera de las fiestas populares o algún que otro espectáculo a destiempo para redescubrirlas.
Como todo empieza con las ganas y el empeño para lograr la vitalidad de cada movimiento o la fuerza gestual del cuerpo es que la compañía D'Armas Dance no se ha permitido descanso, ni siquiera cuando los escenarios han apagado sus luces y la COVID-19 ha puesto en pausa la cultura.
Tres veces por semana los bailarines que integran los dos elencos se reúnen en la Academia César Alberti y vuelven una y otra vez sobre los 22 espectáculos que conforman su repertorio con la esperanza de que, más temprano que tarde, el telón vuelva a descorrerse.
También hay tiempo para remembranzas, y mirar en retrospectiva les devuelve la imagen de un grupo de muchachos que, salidos del conjunto Arte y Leyenda, apostaron por la propuesta de Yoankis Armas Noa —bailarín, coreógrafo y director artístico— de formar un proyecto nuevo y aventurarse.
Les fue bien, tanto que D'Armas Dance tiene en su nómina a Maidolis Bilbao, la única en el territorio con el aval de Primera bailarina de espectáculos musicales, y ha agrupado a seis bailarines solistas, el mayor número de artistas con esta evaluación dentro de la misma compañía.
La creatividad de los bailarines también es importanteTampoco es menos importante el hecho de que, con solo dos años de trabajo, ostenten ya las distinciones de Vanguardia Nacional y Colectivo por la Patria, y que tengan plaza fija en el Iberostar Playa Pilar y en Sercotel Club Cayo Guillermo.
Pero no todo ha sido tan fácil, y trabajar para el turismo les impone los retos de gustar a un público extranjero, sin que esto implique construir una cultura "alternativa", aun cuando entre el son y la guaracha se cuelan los temas en inglés, y de ser tan rápidos y versátiles como para armar y desarmar números en apenas unas horas.
Por eso, Yoankis no exagera cuando habla de la buena forma física de los bailarines y la flexibilidad del conjunto, que va de los bailes cubanos a lo contemporáneo, lo clásico, y a los musicales de Broadway y Las Vegas.
Claro, habría que añadir que detrás de cada presentación está el estudio y la investigación para apropiarse de esos códigos y representarlos sobre la escena. Estudian también el vestuarista, los escenógrafos y el DJ, porque un buen espectáculo se compone de muchas partes y la representación teatral de la danza demanda la suma de muchos esfuerzos.
Para definir su estética hablan de la fusión de la técnica de la danza con el ballet y el espectáculo musical. Precisamente, esa heterogeneidad no responde solo al repertorio, sino que llega hasta el elenco, integrado por avileños, santiagueros y habaneros egresados de disímiles escuelas de danza y folclor en el país, que han encontrado sitio seguro aquí ante la disyuntiva de que la provincia no tiene escuela de nivel medio de arte y que los bailarines graduados no suplen la demanda artística del turismo.
• Lea sobre los espectáculos en la cayeria norte.
Desde febrero de 2019, las 200 unidades artísticas representadas por la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos de Ciego de Ávila, Musicávila, fueron evaluadas y con ello se actualizó cada uno de los catálogos.
Digamos que de las 10 compañías que bailan en la cayería norte, D'Armas Dance, Yudance, Obdara y Feeling pasaron a la categoría de excelencia reafirmando avales y ganando otros.
Sin embargo, las oportunidades del público avileño para aplaudirlas y ser recíprocos a su talento han sido muy pocas, porque en el momento en que la danza se convirtió en patrimonio casi exclusivo de los clientes que visitan los hoteles, el tono de su ausencia se hizo más agudo de este lado del pedraplén, donde hemos quedado a la espera de las fiestas populares o algún que otro espectáculo a destiempo para redescubrirlas.
Si hasta ahora hemos estado inconformes por la poca representatividad de la trova, la música popular cubana o por ritmos más alternativos como el jazz en el cronograma de espacios fijos, debiéramos pensar largo y tendido en qué hacer.
Aun cuando desde el Consejo de las Artes Escénicas, institución que también acoge en su nómina a bailarines y cuenta con sitios para mostrar su trabajo, nos llegan, de vez en vez, algunas pinceladas, no sería absurdo pensar en la posibilidad de poner a unos y otros artistas sobre un escenario común, sin importar quien representa a quien.
Está claro que a estas alturas nadie renunciaría a la comercialización por presentaciones ocasionales en determinadas plazas de la ciudad, pero variedad existe como para diseñar desde las instituciones propuestas coherentes y estables donde ni el bolsillo del artista ni el disfrute del público sufran consecuencias.
De lo que se trata es de que la programación cultural de la provincia no "desentone" por la ausencia de esta manifestación artística, y, peor aún, por la resignación a que este distanciamiento sea normal.