Creación audiovisual con puerto seguro en Ananá

Desde que en el año 2019, en la escuela primaria Diez de Octubre, de la ciudad cabecera, Lisset Quintana Veranes y Alexander Hernández Rodríguez comenzaron a soñar con la realización de audiovisuales, pocos proyectos de creación infantil han logrado tanto en tan poco tiempo.

El camino que han seguido ha sido sinuoso, pero en un santiamén saltaron de la revista Pionero TV, en la cual tres estudiantes relataban las actividades fundamentales ocurridas en ese centro de estudios, a soñar cortos a través de la técnica de stop motion, cápsulas, series documentales y programas de televisión como parte de un trabajo en equipo que los alegra e impulsa.

Decirlo así, con una carga de resultados a cuestas, es más fácil; difícil debió ser asimilar la distancia del salto, y aventurarse a participar en la XXIII edición del taller provincial de intercambio de experiencias El trabajo cultural comunitario en tiempos de COVID-19, de donde saldrían fortalecidos y listos para crecer bajo el amparo del Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria.

Para entonces ya el virus y el distanciamiento social los habían obligado a recurrir a las redes sociales de Internet y a los grupos de WhatsApp para mantener el contacto con los muchachos, por lo que el taller fue una oportunidad expedita para socializar buenas prácticas.

Ensancharon horizontes, pasaron a consolidarse como un proyecto sociocultural de creación audiovisual con sede permanente en la Casa de Cultura José Inda Hernández, y eligieron un nombre que sirviera para enaltecer los íconos de la cultura avileña. De ahí, Ananá, cuya etimología alude a la familia de las plantas Ananacias, entre las que se encuentra la piña.

“Cada sábado a las 9:00 de la mañana nos reunimos en la casa de la cultura y son 15 niños en la nómina, entre 6 y 18 años de edad. Aprovechamos el encuentro para distribuir las tareas y, a veces, hasta ellos mismos se graban en sus casas y nosotros editamos el producto. Se trata de que aprovechen las nuevas tecnologías en la creación y con fines educativos. Con otro grupo mantenemos comunicación virtual y por esta vía le hacemos llegar los contenidos”.

Ananá se nutre, también, del vínculo con las artes plásticas, porque muchos de sus miembros vienen de talleres de este tipo y terminan dándole vida a sus obras (origami, plastilina, pinturas) y contando una historia, a partir del stop motion, técnica de animación que consiste en aparentar movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas. Así, constan en su catálogo cortos como La vida en la selva y El león hambriento.

La participación en el XII Festival Internacional Virtual de Cortometrajes Escolares Video Zero, de Perú, y en el VI Festival Nacional Rodando Fantasías, de la Red Cámara Chica; el premio colateral alcanzado por Cuidemos el medio ambiente, en la Muestra Internacional de Cine Educativo; e Historias del lápiz con nasobuco en la señal de Televisión Avileña, confirman una trayectoria en ciernes.

A esto podríamos sumar otros proyectos en los que ya trabajan: el programa infantil Luces, cámara… Ananá, que saldrá en pantalla a partir del próximo 4 de julio, y una serie documental dedicada a los 70 años de la radio en Ciego de Ávila, donde tendrán la palabra figuras reconocidas de este ámbito.

#proyectoaudiovisualinfantilananá de #CiegodeAvila hace nuevos amigos,🥳😎 hoy se suman dos integrantes a nuestra familia...

Posted by Proyecto Audiovisual Ananá on Saturday, June 11, 2022

Si insistimos en la singularidad de Ananá es por mérito absoluto de su obra y porque sabemos que conjugar la magia del sonido y la imagen es un empeño mayúsculo, que con el “valor agregado” de hacerlo desde la comunidad, parecería casi imposible sin las ganas y el talento suficiente como para salir airosos.

AnanáRaimer Javier es el autor de Historias de un lápiz con nasobuco

Pero Lisset y Alexander no solo han tenido eso, sino, también, las herramientas metodológicas para hacerlo bien, al ser ella licenciada en Arte de los Medios de Comunicación, y él productor de Televisión Avileña y licenciado en Apreciación de las Artes Plásticas.

Lo otro sería el amor que los une más allá de la realización audiovisual y la familia que han formado, donde no faltan las “vocaciones heredadas”, las cuales Raime Javier, su hijo de siete años, ha puesto en práctica a la primera oportunidad, como autor de Historias del lápiz con nasobuco y El cazador y el oso.

Habrá que seguirle la pista a Ananá para descubrir otros fotogramas, pero, por el momento, hay mucho de autenticidad y creatividad en este proyecto sociocultural, ingredientes que no pueden faltar para conjurar la cultura en el terruño.