Foto: Tomadas del perfil de Facebook del entrevistadoComo dice el refrán, “quien busca siempre encuentra”. Rastreando en Facebook, habilidad que se pone de moda y ejercita en tiempos de la COVID-19, encontré a un soldado avileño que integra el Ejército de Batas Blancas, qué digo, a un guía de pelotón, en estos momentos Jefe del Servicio de Pediatría en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), en la capital, denominado hoy por muchos el “cuartel general” del Sistema de Salud cubano.
•IPK, "cuartel general" contra la Covid-19.
Allí está Jorge Luis Imbert Lora, enfermero intensivista que laboró durante 15 años en Terapia Intensiva para niños en el Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola, de Ciego de Ávila, aunque hace seis meses se trasladó para La Habana, a trabajar en Terapia Intensiva del Hospital Pediátrico de Centro Habana.
“Cuando empieza a escribir su historia el coronavirus en Cuba, piden refuerzos, entre otras cuestiones, para la sala de Pediatría, porque normalmente en el IPK no se trabajan los casos en edades pediátricas con la magnitud que ha impuesto el Sars-Cov-2. Entonces, di el paso al frente como especialista, Licenciado en Enfermería, y determinaron que iba para el Instituto como jefe de ese servicio.”
Imbert Lora, a través de una llamada telefónica que no siempre podrá contestar, cuenta que “estuvo en 21 días de preparación, rotó por diferentes hospitales capitalinos, como el Fructuoso Rodríguez y el General Calixto García, para, inmediatamente, entrar en el IPK el 29 de marzo”.
“Atendemos pacientes en edades pediátricas, o sea, hasta los 18 años, que tienen alguna sintomatología desde el punto de vista clínico y epidemiológico. Para el trabajo hemos adoptado todas las medidas, muy bien explicadas durante los cursos sobre adiestramiento y bioseguridad.
“Mi responsabilidad es de todos los días, con un personal especializado que trabaja 12 horas por 24 de descanso. A ellos, cuando salen de la guardia, los trasladan hasta su centro de aislamiento a descansar, en Machurucuto, y después vuelven a su ofensiva. Permaneceremos así por 15 días, en cuestiones laborales, y luego salimos 15 días más para un sitio de Guanabo.”
Jorge se cubre de verde, ese color que tanto inspira. Contar con él y con una institución de referencia para la investigación, el diagnóstico, manejo y tratamiento de las enfermedades infecciosas transmisibles, constituye en este escenario una fortaleza para la Isla, que desplegó un amplio plan de medidas con vistas a disminuir el riesgo de diseminación del virus en el territorio nacional.
•Director del IPK: Cuba puede controlar posible gran epidemia producto de COVID-19.
A sus 39 años, el nativo de Baraguá, se coloca frente a la COVID-19 y su familia, orgullosa de él, le aplaude. También su provincia lo hace. “Mi mamá trabaja en la Dirección Provincial de los Joven Club de Computación y Electrónica, como recepcionista”, comenta un tanto emocionado, mientras este periodista le roba unos ocho minutos.
“Estudié en la Facultad de Ciencias Médicas de Ciego de Ávila. Cumplí misión internacionalista en Venezuela, de 2013 a 2016, en el estado de Falcón. Fui un estudiante de excepcional rendimiento, pues siempre me ha gustado ser bueno en lo que soy”. Al menos, quedé con ganas de verle entre diferentes protocolos de diagnóstico, aplicando un kit rápido o PCR en tiempo real.
Imagino un diálogo en el que Jorge, allá en su sala de Pediatría del “cuartel general” contra la COVID-19 en Cuba, mire para todos lados, atento a sus pacientes y al periodista admirado. “Acaba de llegar un sospechoso”, dice, y ahí mismo terminó una conversación que mereció un “gracias y disculpe la interrupción”, porque, para ellos, no puede haber otra gestión que luchar por la vida de los menores.