Mayo me sabe a Enero

A veces —muchas veces— envidio a los poetas que saben dibujar, no solo lo que ven o escuchan, sino lo más difícil : semejan convertirse en traductores de ese idioma humano de sentir y amar. Los poetas, no sé cómo, me traducen ese idioma dulce de los sueños que casi todos sabemos leer, pero que solo ellos saben explicar.

A veces quiero ser fotógrafo para no tener que hilvanar miles de palabras para decir lo que necesito decir. Cuánto quisera tener yo ese arte de apretar el obturador en el momento justo en que un rostro, o muchos rostros, hablan por sí solos de aquello que yo quiero decir y no encuentro cómo hacerlo.

A veces quiero ser enemigo para ver como se piensa desde la otra acera. Si ahora mismo yo fuera de aquellos que poco sienten por este país... ¿qué estaría pensando al ver tanta alegría coloreando la mañana avileña? ¿Qué demonios inventaría para autoengañarme?

Pero este Primero de Mayo, como muchos otros Primero de Mayo, quiero ser yo ese que, como tantos, no deja de disfrutar su historia. Siempre que camino en esta muchedumbre del día inicial del quinto mes del año, siento el regocijo de saber que he caminado con todos.

En ese gran todo soy uno más que no deja de levantar su bandera. Siempre supe por qué cada una de estas infinitas marchas me saben a Primero de Enero.