La prevención no es un gasto, es una inversión (y su rédito es, claro está, no tener que erogar luego para reponer lo perdido).
El inicio de la temporada ciclónica es una suerte de descarga eléctrica que no nos electrocuta, pero nos cambia el paso. Llega el 1ro. de junio y no hay espacio mediático en el que no repitan la urgencia de estar preparados y alertas. Seis décadas después del nacimiento de la Defensa Civil, cabría preguntarse qué significa, precisamente, estar preparados y alertas.
Hay un componente de sorpresa inherente a fenómenos naturales y hay, cada vez más, un componente de previsión humana que contribuye a minimizar los estragos. Estar preparados y alertas, entonces, no es saber cuándo comienza la temporada de ciclones o cuándo la de sequía intensa, sino hacer en función de lo que cada momento exige.
En fechas recientes varias zonas del país, fundamentalmente las orientales, sufrieron los impactos de intensas lluvias que ocasionaron la pérdida de vidas humanas y de bienes materiales. Antecedida por una sequía de meses, la gente pedía casi a gritos un poco de agua al cielo, pero nunca como el diluvio que les llegó. A mi juicio, perdimos demasiadas vidas para un evento previsible y pronosticado.
Entre los múltiples beneficios de contar en Cuba con un sistema de Defensa Civil, forjado en el perfeccionamiento constante de las medidas de protección a la población desde los primeros años del triunfo revolucionario, están precisamente los avisos de alerta temprana ante la ocurrencia de lluvias fuertes e intensas como las vividas hace poco. En ese sentido, la alerta existió y siempre existirá; mas hay que reaccionar en tiempo.
Contar con un sistema robusto en la prevención y reducción de riesgos de desastres no puede traducirse en caer en excesos de confianza. Las acciones del ejercicio popular Meteoro, por ejemplo, previo a la temporada de huracanes, ofrecen una guía para actuar que no debe circunscribirse solo a esas jornadas, sino como recordatorio constante de que en prever está todo el arte de salvar.
La limpieza de tragantes, alcantarillas, canales y cañadas resultan medidas a tener en cuenta ante estos casos. Es cierto que se ejecutan, pero no siempre del modo requerido ni en la magnitud necesaria. ¿Será que solo lo hacemos allí donde se hará la foto de rigor? ¿Será que en papeles se cumple y en la “concreta” no?
El camino, que atraviesa la línea del tren rota por las aguas, está bien seco. Abunda el polvo. El sol castiga, y no...
Posted by Leticia Martínez Hernández on Friday, June 16, 2023
Obviamente, las limitaciones materiales, tanto de equipamientos especializados como de combustibles, imposibilitan ser lo sistemáticos y profundos que se quisiera, y flota en el aire el llamado a la austeridad, a no malgastar. Pero la prevención no es un gasto, es una inversión (y su rédito es, claro está, no tener que erogar luego para reponer lo perdido).
Si todo esto es ciencia constituida y letra viva en el sistema del gobierno y la Defensa Civil, ¿cómo es posible que muchas viviendas cercanas a cauces fluviales o en zonas bajas sufrieran los efectos de un desbordamiento inusitado que, en cuestión de minutos, elevó el nivel a cotas nunca antes vistas o las inundaciones en otras áreas urbanas donde eran poco frecuentes o no ocurrían? Repito, hay un componente de sorpresa y uno de previsión, y nos toca reducir el primero aumentando el segundo.
El problema es de simple aritmética: cuando no se invierten suficientes recursos materiales en la prevención, luego la recuperación cuesta el doble… y hasta más.
Para bien nuestro, la visión estratégica del Comandante en Jefe Fidel Castro nos legó con la Voluntad Hidráulica un entramado de embalses artificiales que permiten reducir los riesgos de inundaciones, si no, de seguro las imágenes recibidas desde el Oriente cubano hubieran sido mucho más dramáticas.
Para minimizar los efectos de futuros eventos de este tipo ahora queda afinar la actualización de los estudios de peligros, vulnerabilidades y riesgos hacia modos de actuación más acertados ante estas situaciones de desastres en que los seres humanos ven su fragilidad ante fuerzas mayores.