El festival Circávila 2025 se consagró como el evento cultural más relevante del pasado fin de semana en la provincia, dejando una huella profunda en el público avileño gracias a su alta calidad técnica y artística.
Así lo destacó el director anfitrión, Yodennis Jiménez Rodríguez, quien resaltó que el espectáculo “mantuvo en vilo la atención y expectativas del público”, asegurando que su factura “quedará en la memoria colectiva”.
Lisbey López Galindo, director del Circo Areíto, de Camagüey, compartió su entusiasmo: “Tenemos un compromiso grande con este evento. El recibimiento del pueblo de Ciego de Ávila y del director de Haliom ha sido excepcional. Trajimos malabaristas, payasos, acróbatas, equilibristas y domas de fieras: todas las manifestaciones del arte circense”.
López Galindo explicó el origen de sus artistas: “Los buscamos en gimnasios deportivos, entre gimnastas y jóvenes con actitud y amor por el circo. Los preparamos en Camagüey, según sus talentos”.
Aunque con solo cinco años de fundado (2020), el Areíto incluye en su elenco a egresados de la Escuela Nacional de Circo.
Jorge Luis Rodríguez Verdecia, director del histórico Circo Granma —que cumple 30 años en septiembre—, subrayó la singularidad del evento: “un espectáculo de este nivel, con tres compañías (Haliom, Areíto y Granma) y estudiantes de la Escuela Nacional, no se ve todos los días en una provincia”.
Resaltó, además, la energía del público: “Desde el inicio hasta el final, el espectáculo mantuvo una constante bulla de emoción. Entre colorido y variedad, ¡nadie se quedó dormido!”.
Circávila 2025 destacó por la armoniosa integración de las compañías de Ciego de Ávila, Camagüey y Granma, las cuales unieron talentos y carismas, incluso durante la jornada sabatina con el Grupo Rayitos de Sol, de Morón.
La complejidad de los números aéreos de Haliom incluyó el cuadrante
Artistas noveles y estudiantes de la Escuela Nacional de Circo compartieron escenario con veteranos, en tanto el reconocimiento unánime de directores y público coincide en la excelencia artística y la conexión emocional lograda.
La participación de estudiantes como Yosdanis Font Crespo, en segundo año de la Escuela Nacional de Circo y originario de Morón, ilustra tanto las oportunidades como los desafíos del sistema formativo.
Su testimonio revela un proceso de acceso no lineal —abandonó inicialmente los estudios para luego retomar las pruebas circenses— que sugiere la necesidad de mayor orientación vocacional temprana.
La jornada dejó en evidencia que el circo cubano mantiene su vigor técnico y su capacidad de emoción, pero requiere estrategias más ambiciosas para su proyección cultural y artística integral.